A Julio Rivera
El trajín de la gente
recuerdo, aquella tarde
en que nos conocimos.
Estrépitos de sueños.
Tu apariencia tranquila.
Los vasos se juntaron.
Puede que fuera un jueves
de un olvidado año y
un tren nos esperara.
Bailaba entre dos mundos
Kropotkin, una polca.
Entonces, no jugábamos
golf en las azoteas.
No aceleraba el paso
nadie si hacía frío.
Eran días de atrapar
la sal entre los dientes.
Gozar. Dormir al sol.
Beber y caer borrachos.
Ahora, conocedores de dudas
y destierros. Lo agrio.
Turbios como los mocos.
Cansados, amanecemos.
A Iquitos o la China
se fueron los baúles.
La lengua sabe amarga.
Las frases se han partido.
Todo se hace mercurio.
El sol se ha vuelto espeso.
Duelen los años
orondos tras los cerros.
El viento se ha calmado.
La voz aclara el hoy.
Por aquella atalaya
nos espera en Poniente:
una mesa y dos vasos.
Del libro Cálidoscopio
Antología Generacional
Colección El Ermitaño II, 1993
No hay comentarios:
Publicar un comentario