Apetece sentirse arracimado:
de vasos,
de besos,
de alcobas.
Apetece autodestruirse.
Quebrantar la figura.
Desarrollar un trazo.
Y acabar sin desmayo,
paseando
cerca de la Alameda.
Farolas como perlas.
Los ojos guiñados por un faro.
Frenesí de los barcos suspirando.
Todos los que tienen balcones al mar,
acaban ciegos.
Del libro Cálidoscopio
Antología Generacional
Colección El Ermitaño II, 1993
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