miércoles, 13 de octubre de 2010

LLANTO DEL POEMA POR HABER PERDIDO SU COTIDIANA GEOGRAFÍA DE PAPEL

Fue una tarde cualquiera de otoño, cuando entre farolas
circulaban los autos como atropellándose, mientras los humos se
iban enroscando en sus volutas, jugueteando como niños que saltan
de la acera al asfalto, del asfalto a la acera. Mi paso, sin
sonido, tras haberlo olvidado en cualquier esquina de la memoria;
encaminándome a un no-sé-dónde de sombras recortadas de farolas,
la mía se confundía repitiendo contorno contra la pared izquierda.
Mentalmente cuento los espacios iluminados: uno, dos, tres y
cuatro hasta la calle, para luego repetirse en monótona aritmética.

La pluma Parker regalo de cumpleaños se ha desembarazado
de su negro capuchón, garabatea su tinta negriblanca sobre el
asfalto, asestando puñaladas por donde quiera que pasa, reptando
hasta encaramarse por las fachadas hasta las copas de los árboles.
Desde allí dibuja ráfagas de vientos capaces de atemperar
cardíacos ritmos y mínimos vericuetos del espacio. Mientras tanto
la cuartilla se sorprende de su inesperada soledad, advierte de
repente, sin un mínimo aviso telegráfico su orfandad de tintas, de
ecos. Observa ensimismada cómo primero las comas, luego las diéresis,
los puntos y comas, los acentos se escapan de los textos iniciando
vuelos al principio cortos, para convertirse en decididos y alcanzar
las ventanas y huir por las avenidas casi desiertas de viandantes.
Recobra su vegetal conciencia poco a poco, como cuando se vuelve de
una pesadilla y descubres que estás viviéndola, que es verídica y
palpable, tangible y manifiestamente cruel. Juan de Mairena se
pasea por Salamanca, Vallejo baila entre los aguaceros de París y
los ángeles de Alberti corren hacia el café de Silverio Franconetti,
allí los esperan los ayes de Terremoto de Jerez.

Lágrimas lechosas como de semen se extiende sobre el poema
y lo está blanquiborrando, emborrolimpiando, otoñeciendo.


Del libro Cálidoscopio
Antología Generacional
Colección El Ermitaño II, 1993

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