Se fue, se fue como se va una noche
tras las horas al certero encuentro
de la luz. De nada sirvió el amuleto
lisboeta, las manos, el anuncio
del hada.
Así.
Aprendí a labrar caminos con mis pies.
A preguntar los nombres, a cincelar
las caras, a carenar su fragancia
en un rincón oscuro de mi alféizar.
Así renací mago, y otra vez
la tristeza amaneció a ras de tierra.
Mañana, cuando LUZ me levante
al día, ovillará dos lágrimas
en la palangana azul-uso de mi ayer.
la palangana guardará el secreto...
Del libro inédito SATYAHARA NO QUIERE VERME HOY
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