martes, 12 de octubre de 2010

PRAHA (LA LLEGADA)

Si no fuese por la Guardia Civil
ni por el arco ése que te radiografía
llegar a tí sería como un suspiro.
Si no fuese por la estrechez de los asientos
o la tabarra de las azafatas
recordando que hay ocho salidas
¿De qué nos servirá un salvavidas
estando a 21,000 pies?

Luego serán las nubes las montañas
Niza y los Alpes siempre tan nevados
bordear Italia, volar sobre Austria
luego Alemania y Ruzinhe abajo.

Y el bus número 100 dirección Slizin
tu metro ruso con acceso central
y el silencio de las estaciones
es cuando noto que he llegado a casa.

Y subo con miedo tus escaleras
intuyo el Vltava muy frío sobre mi
ya estoy otra vez pisando tus adoquines.

Porque no eres una ciudad cualquiera
tampoco eres siquiera una ciudad
sino una trampa que me posee.

Y el chirriar de los tranvías
sus apeaderos en medio de las calles
donde nadie fuma ni habla ni se miran
donde no me siento nada extraño
y en Andël salgo y miro las catenarias
los mendigos las bolsas de la compra
acaricio la máquina expendedora
procuro no sentarme para sentirte cerca.

Y un cementerio nos recibe
Bertramka donde vivió Mozart
avanzan las oficinas los negocios
en Klamovka bajo las maletas.

Entonces me recorre un escalofrío
¿qué hago aquí tan lejos de mi casa
donde no hay mar ni tampoco me entienden
y el sol se oculta tan temprano?

Y es que los adoquines de tus calles
ejercen tal influjo sobre mi
que siempre vuelvo a pisar tus aceras
como vuelven los presos a los cárceles.

Y me prometo no volver a cruzarlo
no mirar las estatuas del gran puente
ni perder la vista entre sus aguas
pero el Vltava me llama a que lo adore.
Recuerdo entonces al Guadalquivir o al Tejo
al Luxus, al Darro que cruza Granada
y todos ellos parecen tan pequeños
tan insignificantes.

Y paseo por tus calles de la Ciudad Vieja
tan llena de turistas con sus cámaras
tan ciegos tan contentos tras la banderita
y me ciegan sus flashes y sus risas
porque yo ya soy Praha y en la esquina
se esconde mi sombra divertida
como recuperada de un destierro.




Del libro LAS CIUDADES

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