Yo soy el hijo del viento de Levante, el odiado, el maldito, deshacedor de excursiones con tortillas campestres y veraniegas, el uno, el de siempre.
La saliva del obrero, la arena en el bistec empanado, la concha que corre revuelta entre los papeles por la orilla, la nube de polvo, el calor sofofocante, la cerveza caliente, el cangrejo que se ríe.
Yo soy la casa en penumbras, la tierra agonizante, el búcaro vacío, el melón a trozos por el suelo, la mata de sandía que crece entre las casetas, los boquetes que llegan a tumbar un árbol, el asco, la vela de moco del niño, la cal a parchones, el monigote, la azotea chirriante, la playa desierta, la almeja solitaria.
Yo, me entiendo con el viento, el mío, soy el ermitaño y juego desde mi caracolillo con los muergos, soy la bahía enloquecida, el espigon tiritante, la noche angustiosa e inacabada, los cañizos volando, la ventana del patio aporreada, el esterón sacudiéndose el polvo de tanto verano, soy el yo hecho añicos.
Hoy, ya soy más que el levante pero no mejor.
oo0oo
Aproximadamente 1971
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