Las ciudades destilan su propia pestilencia
aunque no se perciba
y en sus aceras guardan rancios
mocos antiguos chicles meadas
mierdas que esquivamos.
En las grandes ciudades la gente da por bueno
bajar a los submundos y viajar como ratas
por las alcantarillas. Eso sí, sin mirarse
subidos en los trenes.
Algunos asqueados simulan leer un libro
otras cierran los ojos y muchos nos miramos
temiendo que nos roben
al entrar o salir de cualquier estación.
No hay ninguna ciudad que guarde analogía
todas son diferentes y todas son iguales
con orgullo nos muestran
sus históricos centros
arrogantes catedrales
palacios deslumbradores
avenidas y parques sombreados
por prodigiosos árboles
pero por esos sitios caminan
Ignorantes y tristes y sucios
como escobas
millones de personas
anónimos
desnudos
indignados
con la lágrima oculta
sabiéndose perdidos
incluso conocedores del destino.
Del libro LAS CIUDADES
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