Te veo por las esquinas,
me sigues cada noche,
haces guardia conmigo,
me guiñas y saludas.
Te fuiste de mañana,
inmóvil y muy blanca,
llevándote contigo
un mucho de alegría.
Antes me daba miedo,
me negaba a decirlo
porque desconocíamos
que tú y yo somos uno.
Puedo decir tu nombre:
madre, tan bella y dulce,
con tus ojos tan tristes,
el día que te subimos
hasta la cuarta planta,
de un hospital cercano
para que te curasen
de tus penas antiguas.
¡Qué locos estábamos!
Y yo tuve la culpa
al creer firmemente
que podrían sanarte.
¡Qué solo estoy ahora!
Soy otra calavera
como tú que camina.
Me has dejado vacío,
ya nada me consuela,
padre tan silencioso
con sus largos paseos.
Me acompañas ya siempre,
impregnado de madre,
no puedo ya evitarte.
Somos como el papel
dos caras de lo mismo.
Formas parte concreta
del ámbito del frío.
-Corte de fantasmas-.
A menudo me palpo
para así recordarte.
De EL LIBRO DE LAS NAVEGACIONES INTERIORES
Primera edición de bibliófilo de 50 ejemplares,
mecenazgo del artista Franco Policastro, 1999
Segunda edición de 1000 ejemplares,
gentileza de Mariscos Romerijo, 2002
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