sábado, 16 de octubre de 2010

GYÖR (Hungría)

Bellísimos los ojos
y aún más lo son sus torres.
Stalin y Kruchev y un húngaro cerámico
prometían espejismos.

¿Acaso aquel enano
asesino iluminado por su Dios
conocía las respuestas
y nuestros arcos iris en aquellas tormentas
-Juanito Valderrama-
no eran tan inocentes?

Ajenas -las palomas-
erguidas poderosas
cerca del pararrayos.

La ciudad viejos taxis
tristes como mendigos
respiran se atropellan
hacen sonar sus claxons.

Una vez más vencidos
nos duchamos sin sexo
cano el pelo y la barba
temblorosas las manos
y una amarga sonrisa
nos dicen que es de día.
0oo0oo0

Puede que en algún sitio
alguien cuente dinero
a pesar de todo
y rubias camaradas
se plieguen al deseo.



Del libro LAS CIUDADES

No hay comentarios:

Publicar un comentario