martes, 8 de diciembre de 2020

MI PRIMO HERMANO JESÚS



En casa se comentaba de un primo mío que tenía mi mismo nombre, hablaba en arameo y nació en Nazareth. Con 33 años no se le conocía novia alguna ni nunca se le había visto con chavalas, a excepción de una que al entrar en Jerusalem -nosotros somos judíos-, se le arrodilló y se empeñó en lavarle los pies y secárselo con sus cabellos. Nos extrañó, pero asintió. En el barrio se supo enseguida.
-Mi tía, que era muy buena decía: tiene sus cosas, pero es tan bueno
Un día se le ocurrió darse un paseo por el lago Tiberíades, le pidió prestado un catalejo al carabinero que estaba de guardia, comprobando que una banda de mataos trataba de pescar y estaban liados en la embarcación con las redes y no pescaban nada. Comprobó que salía otra embarcación y le pidió el favor que se acercaran al bote de los que estaban desesperados por no pescar, que vinieran a verlo. El patrón lo hizo y a remos en un par de minutos se acercaron a él.
-Usted dirá maestro. Que es el tratamiento que los judíos nos damos cuando no nos conocemos.
-Os estaba viendo con el catalejo del cabo de carabineros y no os aclaráis, que si le ponéis mucho peso, que si los bollarines se hunden, que se debe remar más rápido, más lento. Vosotros así no os coméis un pimiento. No es por nada, pero sois la vergüenza del lago, el resto de los pescadores se parten de risa, no tenéis puñetera idea. Pedro - aprovechando estar en tierra andaba buscando una piedra donde más tarde alguien escribiría "Pedro tú eres piedra y sobre..."- lo oyó y contestó.
-Pues tiene razón, no estamos haciendo la picha un lío, no sabemos pescar y pasamos calamidades porque no comemos.
Mi primo, al oír a Pedro les dijo que si le hacían caso aseguraba que pescarían. Todos asintieron inmediatamente. -Bajad el aparejo del bote, lo extendemos, comprobamos los cabos, los pesos, los boyarines y las puertas. Los cabos los atamos en las puertas, que Pedro se quede en tierra y nosotros remamos en el bote y la vamos calando dando una vueltecita y luego otra vez para tierra.
-¿Pero qué clase de pesca en ésa maestro?
-Una que yo conozco muy bien, la que no funciona es la vuestra que caláis el aparejo en la orilla.
-Pues es verdad, por eso no pescamos.
-Su madre, mi tía María siempre decía que tenía sus cosas, pero era muy bueno.
Otro día le dio por entrar en el templo, se cabreó, le quitó el látigo a un carretero y se volvió loco dando latigazos a los comerciantes y tirándoles a patadas los tenderetes. Menos mal que yo andaba por allí, dije que era bipolar y nadie lo denunció.
La tata María seguía diciendo que tenía sus cosas, pero era muy bueno.
En otra ocasión se fijó en un cojo y le dijo: -¡Levántate y anda! El pobre hombre se quedó perplejo y contestó. -Si estoy cojo maestro, si me levanto me caigo. -Eso no es problema, dijo mi primo. -Aquí tengo una sillita de ruedas que está casi nueva. Y desde entones el cojo es más feliz que una perdiz.
Una de sus anécdotas más famosas fue consecuencia que tenía que atravesar el lago y lo iban siguiendo sus camaradas, miraba para un lado, para otro, al sol, al agua, se orientaba hasta que decidió entrar en el lago y cuidadosamente seguía avanzando sin mojarse. Mientras tanto los colegas llorando le decían: -Jesús, Jesús que nos estamos ahogando. Mi primo se volvió y los vio con el agua al cuello contestó. Si es lo que yo digo, sois unos mataos, a quien se le ocurre tirarse al agua, id buscando las piedras como yo. ¡Vaya tropa, vaya tropa me he buscado para inventar una religión!
Andando el tiempo nos invitaron a una boda a toda la familia, pero mi primo, como era muy raro no quiso ir. La tata María lo llamó por un propio y él accedió. Nos sirvieron un vino malísimo, horroroso, así que la tata le dijo a mi primo: -¿No te da pena? Él callaba. -¿Pero no te da pena del vino que están sirviendo en la boda? Es que no tienen dinero, son pobres, haz algo. Preguntó en la cocina si tenían disponibles unas tinajas y que las lavasen muy bien. Lo hicieron, se ocultó, sacó su teléfono y llamó a Sanlúcar para que le sirvieran Manzanilla "La E", vinieron en un camióncito Sava, las llenaron y todos contentos. La factura debo reconocer que nunca la pagó y todavía está dando vueltas por ahí al cobro.
La tata María que lo quería mucho dijo que había que comprenderlo, que era muy bueno aunque tenía sus cosas.
Vino una muchedumbre hambrienta a pedirle de comer, los mandó al monte Gólgota y que esperasen allí, llamó otra vez por teléfono a la lonja del Puerto y a la panadería Suprema Pastora y tuvieron panes y peces para todos. Tenían tanta hambre que se los estaban comiendo crudos. Ordenó: -No, así no, eso lo hacen los japoneses que son muy brutos. Preparad unas fogatas y los vamos asando, mientras tanto, llegará un vecino que tiene una frutería y nos traerá tomates, cebollas, pimiento y chorreóncito de aceite del monte de los olivos. Y desde aquel momento lo santificaron.
Jugaba mucho con los niños, decía que eran ángeles y que sólo ellos podrían salvar al mundo de la injusticia y de la maldad. Es famosa una frase suya: -Dejad que los niños se acerquen a mí. Menos mal que no le cogió este tiempo, porque hay mucho malpensado.
El final de mi pobre primo ya lo conocéis, terminó muy malamente, pero al menos durante toda su vida hizo lo que dio la gana.
ooooo000oooooo

NOVELA EN PREPARACIÓN 8 DIC 2020

PRIMERA PARTE

 

 

 

 

 

 

 

 

Capitulo 1

 

El verano se había prolongado excesivamente aliándose con la temporada otoñal, la sequía se hacía notar en la campiña, los pozos estaban tocando mínimos y el inicio de un período de sequía flotaba en la mente de todos, ni en los meses de septiembre y octubre habíase producido las precipitaciones necesarias para alimentar a los cultivos, sobre todo grandes viñedos, remolacha azucarera y algodón, huertas que se estaba regando a mano y minimizando el agua para que las plantas no se perdiesen, además de impedir que se comenzaran a llenar los embalses y baldear el polvo de la ciudad. Palito se percibía impaciente y algo irritable, anhelando que concluyesen las clases en la Escuela de Comercio para finalmente dejar las aulas y deambular por la calle Larga de Jerez con su amigo sanluqueño, inventando tiempo hasta que éste tomase el tren hasta su pueblo. Miraba en repetidas ocasiones la hora en su reloj de bolsillo fabricado en Londres por The Royal Exchange and DJ Shaw, posiblemente en el último tercio del siglo XIX con cadena de plata atada al tercer botón de su chalecón gris marengo, del que estaba muy orgulloso por habérselo dejado en herencia su abuelo y ser el que había adquirido en la prestigiosa tienda Harrods, aprovechando su primer viaje a Inglaterra para nombrar a su depositario y delegado de venta de los productos de su bodega, recién comprada la mitad de la sociedad a los Fernández del Collar, propietarios de buenas fincas de viñedos cuando se instalaron en la ciudad procedentes de las estribaciones pirenaicas vascofrancesas, mucho más interesados en la crianza de vinos y posterior venta a otros bodegueros que en su embotellado y exportación, una práctica muy común en bastantes cosecheros del Marco de Jerez. Se trataba de un reloj de bolsillo caro, pero para él adquiría igualmente una enorme carga emotiva. El fresco había dado paso a cierta sensación de frío a través de la ventana de la clase, todo indicaba que la bajada de temperatura estaba finalmente dando paso al abandono de los recalmones, a los que estaban ya tan acostumbrados en los meses estivales, donde el sol cuando asola no tiene compasión con los llanos de la campiña y se ceba regodeándose con la ciudad jerezana hasta adormecerla, paralizarla. Noviembre. Se arregló ligeramente el cuello de la camisa y siguió su paseo como todas las tardes. Acababa de cumplir 19 años y casi 1,70 de altura, lo que en 1899 era una estatura bastante considerable, ojos claros verdosos y pelo con una incierta tendencia no muy notable al rojizo, que procuraba llevar algo más largo a lo que la moda imponía en su ciudad. Muy delgado, nariz y cara correcta que marcaba con un incipiente bigote rojizo. Aunque él no lo advertía absorto en sus pensamientos, su sombra se iba alargando conforme atardecía a la par que se iba confundiendo con la de los naranjos plantados en los alcorques de las aceras, que todas las primaveras perfumaban la bella ciudad con aroma de azahar. Desde el comienzo de curso sólo se encontraba a gusto en sus paseos con Manuel, ya no le interesaban los escaparates ni frecuentaba el Casino para una partida de giley, la vida estaba comenzando a dejarle de importar y la tristeza asomaba a sus ojos notoriamente. La tarde dibujaba la sombra de los naranjos agrios, hasta dibujarse nuevamente su perímetro en los muros de la recoleta plazuela donde pronto repicaríanlas campanas de la iglesia de San Miguel, aunque mientras tanto, caminaba con las manos en los bolsillos y mirándose los pies, ensimismado en mil y un pensamientos que le desasosegaban, le ahogaban. Manuel apareció caminando en su dirección y decidido, le riñó al verlo tan compungido.

-No es manera, así no puedes seguir Palito, te estás torturando amigo, no digo que carezca de importancia lo que te pasaporque me consta que los hechos te han afectado profundamente y esa muchacha te ha marcado, te ha herido casi de muertela vida no se ha parado ni se va a parar por lo que te ha pasado, mira a tu alrededor, debes recomponerte, hacerte fuerte y aprender de este revés terrible que te ha pasado. Manuel calló y lo miró, su amigo ladeaba la cabeza aguantando el rapapolvo que estaba recibiendo y a la vez en espera de algún remedio para superar su melancolía.  

-¿Me pregunto qué el futuro es nuestro Manuel? Qué voy a hacer ahora sin Mari Pepa, una niña queconocí con 11 años y desde entonces no he tenido ojos para otra muchacha y mira… tú sabes bien lo que me ha hecho, me ha tratado sin piedad, me ha olvidado tan pronto, no me lo puedo creer, me ha destrozado la vida.

-Somos jóvenes, el futuro es nuestro. Olvídala. No ahondes más, se ha casado con un majadero de Sevilla, un aburrido boticario, seguro que se ha equivocado, tú eres más hombre que él, de Jerez a Granada y volver. Si no fuese por el daño que te está haciendo deberías estarle agradecido puesto que te ha hecho un favor, me atrevería a decir el gran favor de tu vida, imagina que te lo hace después de casaros.

Él lo miró y asintió con la cabeza y respondió: –Si me lo hace después de casarnos, no lo cuenta Manuel, te lo digo yo, esa muchacha no lo cuenta, ni ella ni él. Y volvió la cabeza para que Manuel no viese como se le asomaban dos lágrimas en sus ojos y un rictus de tristeza y dolor que no podía soportar. Para seguir hablando. -Cualquier día puedo hacer una barbaridad, no puedo soportarlo más, lejos de reponerme me siento cada día más triste y apesadumbrado. Nada me interesa, menos mal que los estudios se me dan bien y me sirven para obligarme a salir y asistir a las clases, tomar apuntes, ir a la biblioteca, obligarme a una rutina como acompañarte por las tardes mientras esperamos la hora de tu tren hasta Sanlúcar, pero me estoy derrumbando Manuel, el mundo se me está cayendo encima, no paro de pensar por qué Mari Pepa que me consta me quiere tanto como yo la amo a ella, ha tomado esta determinación. Algo ha ocurrido de lo que no estoy al tanto. Esa muchacha no tiene maldad, lo atestiguo porque la conozco desde que era una niña, su padre es el capataz de nuestra bodega de la calle Arcos. No tiene explicación ni sentido que de repente se líe la manta a la cabeza de hoy para mañana y me cuente una serie de tonterías sobre las clases sociales, no le hice caso, la abracé con más amor que nunca, nos despedimos y que desaparezca de Jerez y termine casándose en dos semanas con un boticario de Sevilla que estoy casi seguro que ni conoce. No paro de pensar en dejar esta vida carente de sentido que me ha tocado vivir, cualquier día me quito de en medio y lo mando todo a la mierda, desaparezco de una forma rápida y efectiva.

-¡Hazme caso Palito y no pienses en esas cosas! Somos amigos, nos conocemos desde hace tres años, somos compañeros de estudio pupitre con pupitre, nos hemos contado todos los secretos. Y tú sabes que no te defraudaré, olvida estas calles, no pasees como un ser sin vida, un zombie, un alma en pena, ¡no continúes así amigo! (Manuel le posaba el brazo sobre el hombro como muestra de su aprecio) Vente conmigo a América, que allí nos comeremos el mundo, el mismo que nos está comiendo a nosotros uno a uno, a ti con Mari Pepa y a mí, que mí me ocurre lo mismo, con mi prima. Si alguien puede entenderte soy yo que he pasado por algo parecido, incluso peor porque no tengo la menor idea de dónde estará mi prima, ¿donde se habrá metido esa niña? No tiene ninguna explicación que hayan desaparecido sus padres y ella en poco más de veinticuatro horas, es enigmático, no obedece a ningún esclarecimiento coherente, por no hablar de la conducta de mi padre y hermanos que sabiendo lo que siento por ella, si bien he de reconocer que nunca se lo comuniqué a mi prima de palabra, pero sí de hecho, supongo que estaba al tanto que me gustaba muchísimo, de otra forma no se explica que se marchasen hace seis o siete meses o un año, ya no tengo claro nada, como todos me mienten en mi familia y no me haya enterado hasta hace menos de quince días, que le pregunté a mi padre cuándo vendría la prima, que hacía bastante que no la veíamos y raramente tardábamos tanto en verla, lo dije por si estaba enferma, caso que hubiese ocurrido algo. En casa se hizo un silencio que se masticaba, todos me evitaban, me hablaban de sandeces sin importancia, evasivas y procuraban cambiar la conversación, hasta que indagando y dando la tabarra a unos y a otros que todos me eludían inventándose inexistentes trabajos por hacer, salidas a comprar a horas intempestivas; volver a la oficina para revisar una facturas; comprobar si en el almacén se había cerrado bien la puerta de la cámara para que no afectara al pescado; que uno de los camiones había pinchado y el mecánico todavía no lo había reparado, excusas, excusas y más excusas, fui deduciendo que algo pasaba, hasta que en una cena mi padre con voz muy grave me comunicó que todos se habían ido. Al parecer, habían vendido la viña grande de La Ballena en Chipiona a los Infantes de Orleans, parece que la otra finca de labor y la huerta se la encargaron a un colono por si el viaje de negocios no iba bien, sin decir dónde se dirigían, -algo de lo más extraño y preocupante-. No me lo creo y aquí estoy paseando contigo sin tener la más remota idea de lo que ha ocurrido, me ha costado Dios y ayuda saber que están en América, posiblemente en Argentina, pero también me pueden haber mentido en eso también, sin estar seguro del país, sin saber la ciudad ni la dirección, por eso me he propuesto viajar hasta allí y buscarla. Sí, me dirás que es una empresa sin visos de terminar bien, pero te juro algo, aquí no me quedo y la buscaré en principio en la República Argentina, aunque ya me he enterado que el país tiene una extensión de 2,78 millones de kilómetros cuadrados, más de 5 veces la que tiene España juntando Baleares, Canarias y Ceuta y Melilla, pero a esa mujer le digo yo lo que la quiero que por mi timidez no se dije cuando debí hacerlo. Si entonces me contesta que no quiere verme ni en pintura me hará mucho daño, me hará sufrir lo indecible, pero al menos tendré el consuelo de haberlo hecho. 

Manuel era hijo de Manuel Romero y suponemos Teresa García, difunta. Estudiante de último curso de Comercio, 19 años y a punto de cumplir los 20, hermano de Teresa, la mayor y Ricardo y Alfredo, era el único que había decidido seguir estudiando tras cursar el bachillerato elemental en Sanlúcar, sobre 167 cm de estatura, delgado, manos muy largas y huesudas, carácter afable, inteligente y muy reflexivo. Su rasgo de identidad era su nariz ligeramente aguileña y ojos claros, el resto de sus facciones muy correctas, solía hablar en tono medio bajo, en mitad de una conversación mantenida donde alguien alzase la voz, la suya se hacía inaudible. No se sabía si era agnóstico o judío porque en su casa familiar, una más de las que pertenecían a la clase media industrial sanluqueña, sin problemas económicos y buena proyección en el negocio de remitentes de pescados a los mercados centrales nacionales, se prohibía terminantemente imágenes y estampas, las paredes se encalaban cuatro veces al año y lo único que se permitía colgar era un almanaque de Explosivos Riotinto, que siempre mostraba casi lo mismo, una silla de campo de donde colgaban perdices junto a una canana y una carabina, o en otros años escenas parecidas, nunca figuras humanas y muchísimos menos santos, cristos ni vírgenes. Su padre, viudo, era propietario de un negocio que se dedicaba a la actividad de remitir pescados a los mercados de entradores de Sevilla y Madrid, operaciones que le habían permitido llevar a su familia con bastante soltura económica y mantener la casa y la prole con soltura. Manuel Romero padre estaba considerado en Sanlúcar de Barrameda como un próspero comprador y remitente de pescados, muy exigente con los productos que adquiría en la lonja lo que le acreditaba en los mercados sevillano y madrileño, buen pagador a sus empleados, a quienes elegía personalmente y cuidaba de ellos y sus necesidades que los operarios sabían agradecer trabajando con la mínima supervisión, interesados y orgullosos de la empresa a la que pertenecían, en cierto modo disfrutaban de una clase superior al resto de otros del mismo gremio, tanto es así que al quedar viudo, una de las mujeres que trabajaba en su local de expedición llamada Dolores, abandonaba su tarea y se encargaba de la casa y los hijos, sumándole una buena cantidad a su salario por estos desvelos que sinceramente agradecía. Era la persona que más ganaba en su empresa y se conquistó el respeto de todos, cuando aparecía por las instalaciones del muelle todos la observaban porque sabían que tras sus ojos estaban los de dueño. Sus hijos Alfredo y Ricardo también participaban en su empresa como encargados, su hija mayor Teresa se ocupaba de la casa, cubriendo el papel que había dejado su madre tempranamente fallecida. Don Manuel Romero padre había continuado los negocios iniciados a su vez por su padre ampliándolos y remozándolos. Sus hijos gozaban de gran predicamento y solvencia en la sociedad sanluqueña.

Siguieron caminando hasta que se encontraron con el tabanco, entraron y pidieron dos copas de manzanilla bien fresca y acedías fritas, luego Palito en cierto modo obligó a Manuel a pedir dos amontillados cuyas copas golpearon arreguindados en la barra. Desde allí en silencio los dos amigos contemplaban el bullicio de la calle. Jerez se mostraba esplendorosa, los limpiabotas buscaban los zapatos de los zagalones con dinero, los carreteros caminaban agarrando las jáquimas de las bestias tras descargar en la plaza de abastos, los cascos de las caballerías provocaban los crujidos de las cajas y los ruidos de los ejes mal engrasados de las ruedas ahogaban las conversaciones de los señorones sentados en los veladores y algunas muchachas paseaban de la mano mirando escaparates. Jerez mostraba nuevamente que había cuatro estratos, cuatro mundos que a simple vista se podían advertir: la aristocracia, tan arraigada por tantas familias que habían apostado por los negocios bodegueros,  vistiendo sombreros y vestidos claros a la moda de las grandes señoras de Londres y de Manchester y atuendos de gentlemen trasnochados ellos; las ropas elegantes pero muy oscuras de la clase media adinerada, dedicadas al campo y la ganadería; y los trajes envejecidos de los funcionarios que se distinguían de la ropa vieja, remiendos y alpargatas del estrato popular, sin que ni por asomo se permitiese la innombrable mezcolanza de aristócratas, bodegueros señoritos, funcionarios, arrumbadores, peones y criados. Cada cual tenía su vida perfectamente delimitada y la clase superior impedía a toda costa intrusos de ninguna clase en la suya. Las muchachas paseaban por la calle Larga parándose en sus escaparates, comprando piñones y cartuchos de castañas asadas envueltas en papeles de periódico, atentas a todos y esperando a sus futuros novios con las mejores ropas que tenían. Ninguna interesaba a la pareja de jóvenes estudiantes, estaban fraguando su aventura, desde su ingenuidad, esa que con los años se pierde, la que va intrínseca a la temprana edad, podían sentir el vértigo que les producía lo desconocido, otro mundo, se les antojaba una gran aventura por delante, un último aliento, su periplo americano, cuando todo se ha perdido el futuro se presenta como una, quizás la única oportunidad.

-Iré contigo adonde sea Manuel, ya lo he decidido. Señala el día y la hora y allí estaré, esta vida que llevo me está ahogando, me matará irremisiblemente, tengo que volver a sentir interés por algo, América puede ser la solución.

-Y lo será te lo garantizo amigo, en cuanto terminemos la carrera a finales de

junio nos iremos, prepara las cosas y no lo comentes a nadie porque

tampoco lo haré yo.

-¿Junio? Eso nos da unos siete meses.

-Sí. Veinticuatro horas después de obtener nuestros títulos de Peritos

Mercantiles ya no perteneceremos a estas calles que han dejado de tener interés para nosotros, posiblemente estemos embarcados en algún vapor rumbo a tierras americanas, persiguiendo sueños y aventuras, por eso no se lo cuentes a nadie, podrían intentar que desistiéramos cuando ya hemos decidido que el futuro debemos inventarlo, recorriendo calles desconocidas, países lejanos, conocido a gente que de otra forma solo podríamos imaginar en las novelas. ¿Entiendes ahora la razón de que nadie lo sepa? Si nadie nos avisó cuando esas mujeres nos abandonaron, no es cuestión ahora de dar explicación alguna, tras tomar una decisión madura, juntaremos nuestras cosas en dos maletas y un baúl, tampoco necesitaremos más equipaje y nos marcharemos silenciosamente, sin dar explicaciones de ninguna clase ¿te parece?

-Vale Manuel, así lo haremos. Te acompaño a la estación, como nos han abandonado, que tampoco lo sepan ahora. Cero pistas de nuestra situación. Que nos busquen y al carajo. Como no tengo nada que hacer estudiaré mucho, tengo tiempo libre.

-No, acércate al Casino, siéntate en una mesa con vistas a la calle y lee el periódico, imagina las cosas que vamos a encontrarnos en un continente nuevo donde todo está por hacer y el mundo está esperando que seamos nosotros quienes lo hagamos, cuando se ha perdido el amor… siempre nos quedará el dinero.

-Sea.

Y llegó el gran día, Manuel se había despedido de sus hermanos en el desayuno porque tenía que ir a Jerez por un certificado en la Escuela de Peritos, tomó el tren como lo había hecho en anteriores años, aunque en esa ocasión ya no volvería. Palito tenía las maletas y el baúl en la conserjería del Casino Mercantil y había dado una conveniente propina al empleado para que no comentara nada, así esa tarde subirían el tren hasta Sevilla para hacer trasbordo, tomar la línea Huelva y Ayamonte, cruzar el río Guadalquivir seguir en coche de punto hasta Faro y nuevamente en tren hasta Lisboa.

La vida no es de los valientes, la vida es de los ricos, los valientes no son más

que peones que trabajan para los ricos, aunque a veces ni lo sepan, pensaba Manuel una vez recostado en la litera del paquebote Gobernatori Umberto Tomazzi en el cuartel del sollado de proa. 

El viaje hasta Sevilla primero y luego hasta Ayamonte, el cruce de la frontera hasta Vila Real en Portugal y posterior itinerario hasta la ciudad de Faro había transcurrido sin novedad, el trayecto en tren nocturno desde Faro a Lisboa había sido un tanto accidentado por las numerosas paradas y el exceso de viajeros, cosa que no preocupaba a los protagonistas porque precisamente era eso lo que perseguían. En la litera de abajo dormitaba Palito cuando se quedada rendido de tanto darle vueltas a la cabeza, pero no desistía en su idea de acompañarlo al fin del mundo, había cumplido escrupulosamente todo lo pactado, traía ahorrados 7.432 pesetas, toda una fortuna en 1899 y nunca reveló la procedencia, sólo hacía un año que España había dejado de ser una potencia colonizadora. Las guerras de Filipinas, el bloqueo estadounidense de Cuba y las invasiones de las también islas de Puerto Rico y Guam, ésta última en el océano Pacífico, se decantaban abrumadoramente por los norteamericanos que en cuestión de décadas conseguieron desmembrar cuatro siglos de supremacía española en América y el archipiélago filipino, en los tres procesos Estados Unidos aprovechando su empuje económico, aunque todavía carecía del liderazgo político que su potencial evidenciaba, nos había desplazado de la órbita de los grandes naciones del mundo.  Había accedido a viajar en tercera clase, como buen hombre de números entendía que el capital debía utilizarse para operaciones mucho más ventajosas, al fin y al cabo 24 días de navegación no eran nada. No menos importante era el destino, no llevaban rumbo a Buenos Aires porque la línea había quedado suspendida y cuando embarcaron en Lisboa en el mixto de vela y vapor con destino Río de Janeiro, sabían que habían tomado una decisión que iba a condicionar trascendentalmente su empresa por las Américas, por eso Manuel aprovechaba el tiempo para hacer gimnasia en las escasas dos horas cada día que les permitían salir a cubierta y animaba a su amigo a ponerse en forma.

-Procuremos endurecer nuestros músculos, cultivemos el mens sana in corpore sano[1] para mantener claro nuestro objetivo que no es otro que ganar dinero, para eso hemos estudiado una carrera económica, sin capital no es posible progresar y aprovechar las oportunidades se puede convertir en una tarea imposible. No vamos mal de dineros, no olvidemos recelar de todos aquellos que se acerquen a nosotros, somos extranjeros que vamos a llegar a Brasil, en el nuevo mundo que habla portugués, un país inmenso con una gran población donde todos pretenderán engañarnos o robarnos.

-Desde luego Manuel para dar ánimos eres el mejor, cada vez me arrepiento

más de no haber comprado los pasajes en primera clase, exageras con tu

manía por el ahorro. –Para revolverse inmediatamente después en la litera e intentar no vomitar de nuevo. Pero ambos tenían claro que la vida solo se vive una vez.

-¿Palito estás despierto?

-Sí Manuel lo estoy.

-Oye, que llevamos 3 años juntos y nunca me has dicho por qué te llaman Palito ¿tú no tienes nombre como toda la gente normal, o es que los ricachones como tu familia tienen otras maneras de ser conocidos?

-Siempre consigues que me ría Manuel, se nota que eres sanluqueño. De mi familia no me siento muy orgulloso, son aristócratas vascofranceses en el Béarn francés, que es un departamento situado a los pies de los Pirineos, y el abuelo era vizconde, pero tú sabes que una nutrida camarilla de gente de la nobleza, no precisamente la mejor de todas, acostumbrados a conseguir que se hiciesen realidad todos sus deseos sin otro esfuerzo por su parte que sus títulos familiares, hartos que con la Revolución Francesa los persiguiera para acabar con ellos, huyeron a España asustados e incapaces de ganarse la vida sin aprovecharse de sus prerrogativas, cansados de no conseguir medrar en sus países de origen, es triste pero no es otra la razón por las que mi familia  se trasladó a Jerez y también, aprovechando la ocasión que la Reina Regente española María Cristina de Borbón expidió Reales Provisiones de exportación de vinos en Jerez, Sanlúcar de Barrameda, Trebujena y El Puerto de Santa María. Esta decisión de la Regente que gobernaba España en nombre de su hija que reinaría más tarde como Isabel II desencadenó un aluvión de aristócratas ingleses, irlandeses, franceses y algunos de los Países Bajos, que entrevieron el declive del Imperio Español, su preocupante y endeudad falta de capital, consiguiendo que éstos invirtiesen en un campo muy prestigioso fuera de nuestras fronteras nacionalessupieron aprovecharse con los dineros que traían para hacerse con los mejores viñedos a los propietarios de la zona que tenían abandonada la exportación de sus vinos y brandys debido a que por su condición y clase social emparentada con la Corona de Inglaterra en su caso, o los principales exportadores en otras naciones, se aprendieron a aconsejarse por muy buenos ojeadores, en buen número de ocasiones por los propios vendedores que pasaron de ser dueños de florecientes bodegas a modestos contables y vendedores, dando paso a una nueva clase de vendedores extranjeros que sabían moverse en los mercados de Inglaterra, Irlanda y Países Bajos, que luego fueron ampliando aunque tímidamente a Estados Unidos de Norteamerica y a otros países del ámbito de influencia de Londres, como Canadá, Australía, Nueva Zelanda, Jamaica, Martinica, Haití y otras islas del Caribe y sobre todo Sudáfrica. Lo que no se dice es que se creó también una nueva clase social a caballo entre la burguesía industrial y la aristocracia, que pugnaba por ocupar su lugar en el sur de España y, como siempre en la nobleza, presionar en cuantos asuntos les conviniesen para conseguir asientos ventajosos de la Corona, sabido esto es fácil comprobar que tanto en Sanlúcar de Barrameda como en Jerez o se es vinatero o no se es nada, toda la riqueza que es mucha se ha mantenido entre los bodegueros de raigambre noble y practicando una endogamia social, casando a los herederos de unos con las herederas de otras familias, con el fin de mantener el control de las posesiones y los mercados dentro de unos pocas familias de aristócratas, para que los beneficios se quedaran en muy pocas manos, es fácil descubrir que hay bodegueros que tienen hasta tres apellidos idénticos. Me preguntas por mi apellido, lo tengo y pertenece a una de esas prósperas estirpes, pero no me siento identificado con ellas ni apruebo los métodos de mi gente para atesorar riqueza y conseguir ventajas reales. Me quedo con Palito, mi apellido comienza por P y la bodega principal, aunque hay otras por toda Jerez, se encuentra en la calle Arcos, cerca de la Estación de Ferrocarril, cualquiera que conozca algo de vinos de Jerez y sume bodega, aristocracia y P sabrá escribir mi nombre y apellidos, pero no seré yo quien lo diga, considero un ultraje en toda regla las malas artes que se han utilizado para amasar fortuna e imponer su superioridad sobre todo, un rico propietario bodeguero atesora más poder que el mismo alcalde o el presidente de la Diputación, cuando no alcanza lo que aspira, lo compra y si ello se vuelve difícil, no duda en utilizar las artimañas más retorcidas, es más, estoy asqueado de esa dudosa pertenencia a la nobleza que no he elegido y es posible, mira lo que te digo, que siendo tan desvergonzados en el uso del poder no me extrañaría que igualmente me hayan robado a Maripepa, debí haber estado más listo y prestar atención a los secos y desagradables comentarios que mi madre hacía sobre los arrumbadores y su baja clase social que ni por asomo ella permitiría jamás que un miembro de su familia se mezclase con esa gente abyecta y de baja condición, que han nacido para obedecer y servir a la sociedad que ella viene representando desde hace siglos. Te sorprenderá, lo sé, pero muy poco me extrañaría que en casa hayan urdido toda una trama para evitar que me casase con ella, al fin y al cabo, pertenece a una familia muy honrada, donde se me recibía con todo cariño y cuya única gala era tener un padre muy buena persona que con sus conocimientos aprendidos de generación en generación y haber aprendido a leer, escribir y las cuatro reglas había conseguido elevarse en el mundo del vino para conseguir nada menos que lograr ser capataz general de una de las grandes bodegas jerezanas, un don nadie, un ganapán, un simple peón para mi madre. Se calló y se puso muy serio, estaba hablando de su vida anterior, la que había tirado por la borda al embarcar en Lisboa, esa que ya no le pertenecía y tan lejana se le estaba quedando en un lapso de tiempo tan corto. En cierto momento se podría decir que ya estoy muerto y soy otra persona. Calló, comenzó a liarse un cigarrillo de su petaca y lo encendió, el humo provocó las toses de algunos niños del sollado, sin embargo, en aquella cámara de proa nadie protestaba porque un hombre llenase la estancia de humo, los hombres son los hombres, pensaban agachando la cabeza las mujeres. No tenía ni idea de los avatares que podían ocurrirle, pero algo sí sabía, que no volvería atrás. Mientras tanto, se había hecho el silencio roto únicamente por algunos ronquidos del resto de pasajeros. Afortunadamente el pasaje italiano que viajaba con ellos no le entendía.

-Joder Palito, vaya latazo con el vizconde y los nobles de los cojones, discúlpame, pero me he quedado traspuesto y no me he enterado o no me has dicho por qué te llaman Palito.

Los dos chavales comenzaron a reír y a Palito no se le ocurrió otra que comenzar a dar patadas en la litera superior, la de Manuel, que se sobresaltó al moverse las finas tablas de su colchoneta, hasta que se le saltaron las lágrimas y se levantaron para señalarse con los dedos índice a modo de pistolas.

-¡Casi estamos en América Palito, ya vislumbro que estamos allí, nos la vamos a comer con papas!

-Que sean con chocos Manuel, de los que traes en la tartera que te prepara tu hermana, qué ricas las papas con choco y yo pongo el vino Manuel de mi alma.

-¡Tiembla América porque están llegando Palito y Manuel que van a oscurecer la historia de Hernán Cortez y Moctezuma, que vamos pa allá, temblad! –Y tras ellos se dirigieron a comer el rancho del pasaje de tercera, como casi siempre garbanzos con alubias y un revuelo de arroz con cuatro papas nadando en el caldero.

-Somos la hostia Palito, lo vamos a pasar del carajo de bien, se acabaron las prohibiciones y las tonterías, después de comer tengo algo para enseñarte que te va a encantar.

-Cómo, pero vamos a ver pero no quedamos en lo que quedamos ¿no hicimos una lista bien detallada de todo lo que traemos y que no podíamos salirnos de ahí en nada?

-Sí señor Palito, tiene usted la razón, toda la razón y nada más que la razón, que es una frase que llevaba muchísimo tiempo queriéndola decir debido a que se usa mucho en las novelas que leo, no te arrepentirás porque lo que tengo que enseñarte es fundamental para movernos en América.

-¡Coño!

-Lo que yo te diga. Por cierto, el cocinero guisa muy bien el potaje, el desventurado sufrirá en su cocina por tener tan poca variedad de ingredientes, sino que es un maestro sabiendo suplirlos muy bien ganarse su jornal y consigue que con cuatro cosas que comamos digna y muy decentemente.

-Palito te vas a llevar más de un mes comiéndolos con habichuelas que es como en Sanlúcar llamamos a las alubias.

-¿Habichuelas? Vaya nombre tan sorprendente.

-¿Sorprendente dices? Atento que lo mismo que tú sabes mucho de la nobleza esa de Jerez que hace con los obreros lo que les sale de los mismos cojones, los explota sin el mínimo rubor; los margina si no se avienen a lo que ellos impongan; condena a sus familias al hambre si no se humillan ante ellos, en fin, qué quieres que te diga si lo sabes muy bien. ¡Por cierto que estaba hablando de las habichuelas! En esta guía dice que en Méjico, Centroamérica, Cuba y Puerto Rico la planta se conoce frijol, donde se llama vaina a la del frijol seco y habichuela a la del frijol verde, sin embargo la semilla preferida es de color negro como en Honduras, Nicaragua y El Salvador, mientras en Puerto Rico la preferida roja, Méjico llama alubias a la variedad blanca que consumen poco, mientras que el frijol bayo y las variedades flor de mayo y café son las más demandadas, sin embargo, al sur los prefieren negros.  Balas y balines las en Honduras, por eso bautizan como baleada a la tortilla de trigos y frijoles fritos. Cubaces en Costa Rica a los frijoles grandes, como hacemos nosotros con los judiones, porotos en Panamá. En el Caribe al igual que en Andalucía se llaman habichuelas, diminutivo de haba, pero no debemos confundir las habichuelas con las habas. Vainas verdes en Cuba, Panamá, Puerto Rico, Islas Canarias y Andalucía. Porotos también llaman en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay que viene del quechua purutu, en Paraguay usan el nombre guaraní kumanda, chaucha en Argentina, Paraguay y Chile capi. Se puede escribir frijol y fríjol con y sin tilde, ya sea la acentuación grave o llana. Además, reciben el nombre de frisol a los granos rojos o negros, blanquillo o cabecita negra a los blancos, o grano en general. En el Caribe, a los fríjoles rojos se les conoce como zaragozas, y a los negros, zaragozas negras. En Venezuela caraotas a los granos de color negro o blanco (caraotas negras y blancas), cuando en gran parte de España, se les llama judías (de origen incierto), alubias(también de origen no aclarado, posiblemente del árabe اللوبياء al-lūbiyāʾ, tomado del persa لوبيا lubeyā), o habichuelas (especialmente en Andalucía). En Galicia, aparte de alubias y judías, se las denomina habas. En Asturias fabes a la variedad local y con ella se elabora la fabada, los extremeños frijones alubias, tíos míos de Navarra calbotes y riojanos pochas y caparrones.

Pues mira, una ventaja tenemos, cada vez que el cocinero nos sirva las habichuelas nosotros las llamaremos según nos apetezca, tanto con nombre americanos como europeos y de esa forma nos hacemos el cuerpo a que estamos comiendo recetas distintas. Así hoy mismo cuando traigan el caldero ensayaré la frase: Você poderia me servir o guisado con mais fejâo?[2], Por favor. Eres único Manuel, mientras yo te hablaba del papel sociológico de la nobleza en la baja Andalucía en torno al negocio del vino y no me prestabas la menor atención, permanecías embebido en las distintas denominaciones de las alubias. Contigo no hay quien pueda. Me rindo. Pero reconozco que es verdad, estos potajes me gustan Manuel, no es lo que comíamos en mi casa, en Jerez, porque allí se hace comida francesa y en casa se habla francés, pero los garbanzos están tiernos y muy buenos, pero que calor hace en esta bañera recalentada por el sol y tanta gente, -el sudor los bañaba-. El barco alojaba al pasaje de tercera en hileras dobles de literas de tres y alguna de ellas incluso cuatro alturas separadas únicamente por cortinas. El calor era insufrible, incapaces los ojos de buey de las bandas de disiparlo y mucho menos el olor a humanidad, mezclado con cierto sabor dulzón en el aire procedente de la caldera de carbón, poco a poco el pasaje se iba haciendo a caminar balaceándose a merced de la nave con un ojo en el piso y el otro donde guardaban celosamente sus escasas pertenencias, procuraban dejar alguien para que vigilase mientras daban cortos paseos por el sollado o se aseguraban que nadie quedaba en él durante las dos horas primeras de la mañana donde se les permitía salir a cubierta, reservada exclusivamente para el pasaje de los señores. Nada de eso conseguía amilanar al grupo.

-Palito, cojones ¿por qué te llaman Palito?

Palito se reía, pero no soltaba prenda y volvía a reírse de su amigo Manuel, señalándolo con las manos y llevándosela al estómago, para decir después. –Quizás no nos comamos América, pero a pasarlo bien no nos gana nadie. Desde que salimos de Jerez e iniciamos el viaje a Lisboa está mejorando mi carácter y mi tristeza desapareciendo. 

De repente, la cara de Manuel se iluminó en aquel sollado de proa y un arcoíris iluminó el paquebote durante unos instantes, el tiempo se paró permitiendo que las risas de los dos amigos andaluces comandaran todos los buques del océano Atlántico, oyéndose únicamente el chuschus de la caldera y la nana que adormecía al pasaje con los vaivenes de las jarcias y los obenques del velamen. Cuando se produce el silencio se oye todo y una estela azulada de espuma surcaba aquellas aguas oscuras y profundas transoceánicas por las que navegaba el Gobernatori Umberto Tomazzi comandado por expertos timoneles.

Los jóvenes por muy tristes que estén siempre encuentran excusas sean reales o ficticias para la esperanza. Alguien puso una vieja tarantela corsa en la gramola y las mujeres primero y los hombres después bailaban al son de aquella alegre canción:

 

 “Jammo bello, jammo bello 

abballammo sta tarantela  

cu' na coppia e ancora n'ata.

E facimmece sta ballata. 

Che priezza, che alleria, 

quanta zumpe Nennella mia,

abballammo ticchete e tacchete c”o

 tammurriello e c''o triccabballacco![3]

 

Y por fin Palito sin saberlo se encontró bailando con una chiquilla italiana de 9 o 10 años que lo había asido de la mano para recordar la música de su provincia napolitana. Todo el sollado daba palmas que tenían la propiedad de transmutar las apenadas caras del pasaje de tercera, mayoritariamente emigrantes, pero a pesar de todo, sin embargo, la vida no los había azotado con toda la crueldad que tenía guardada en las hojas del libro del tiempo. Palito seguía las evoluciones de la chiquilla y Manuel lo hacía con una abuela enfundada en su negro pañuelo. Más tarde descubriría que no se trataba de una mujer mayor sino una desventurada mujer viuda con 5 hijos y poco más de 40 años, guapa en la que la vida había marcado su huella endeleble, tanto que si uno se fijaba en sus preciosos ojos y olvidaba su encanecido cabello habría encontrado posiblemente a cualquiera de las grandes damas que se paseaban con sus pañuelos bordados en las sinuosas calles de Ajaccio, su ciudad, donde en su catedral de Notre Dame se bautizó Napoleón Bonaparte. cara pareciendo que estaba en el final de su supervivencia. Tras cada uno de los pasajeros de aquel sollado pesaba más la esperanza que la dura realidad que los había forzado a dejar sus queridas tierras. Al embarcar y mirar por última vez el muelle en Lisboa también habían arrojado un pasado demasiado desagradable para seguir soportándolo, ya habían ovidado y arrojado por la borda voluntariamente sus nacionalidades, comenzado a experimentar que ya no se sentían de ningún sitio y sí de todos, especialmente de aquellas tierras donde fuesen recibidos con una sonrisa y faena para poder llevar sustento digno a sus familias.

-Prepárate bien Palito que en cuanto arribemos a Río una muchedumbre de desharrapados vendrá a por nosotros.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque el hambre es muy mala y yo la he visto en Sanlúcar, gente que ha perdido toda esperanza de progresar, enfermos, delincuentes, putas, guardias, militares y funcionarios que la vida les ha enseñado a descubrir que aquellos que han pagado al menos 300 pesetas por un pasaje deben traer al menos otras tantas para moverse por allí. Debemos mantener los ojos muy abiertos y no fiarnos de falsas sonrisas ni de niños que nos miren como corderos degollados por los muelles, son los mismos en todos los puertos del mundo, son la avanzadilla de carteristas, timadores, ladrones e incluso asesinos. Por eso, te voy a enseñar esto para que lo lleves encima. Ven apartémonos un poco, vayamos a las literas y tras mirar de lado a lado del sollado comprobando que nadie los miraba, abrió dos talegas grises y sacó de ellas un revólver Smith & Wesson el Special del 38 y lo depositó sobre el colchón de la litera. Luego sacó tres cajas de munición de 50 cartuchos, abrió una de ellas y extrajo cinco que le entregó en la mano.

-Aquí tienes tu 38 Especial, llévalo siempre cargado porque probablemente de ello dependerá que puedas seguir adelante o no. En la otra talega hay otro revólver con idéntica munición. Recuerda Palito que una vez pongamos un pie en los muelles somos víctimas propiciatorias de cualquier carterista, paliza o atracoporque somos jóvenes, venimos de Europa, no hablamos portugués y no tendremos ni puta idea de donde pisamos. No lo dudes, si alguien te agrede mátalo. La cara con barba de varios días y tras titubear por unos segundos acarició la munición y cargó su Special tal y como le indicaba su amigo Manuel. Palito no dijo ni una palabra. Desde ese momento ya nunca sería el muchacho delgaducho de que se paseaba por la calle Larga y Arcos de su Jerez de la Frontera con las manos en los bolsillos mirándose los zapatos por si estaban bien limpios, había nacido otro Palito.

Las últimas millas se hacen eternas en una navegación transatlántica, el pasaje andaba alborotado, la niña que había bailado con Palito iba y venía a las literas de los muchachos y Palito con gran paciencianarraba algunos de los cuentos que recordaba, ella lo miraba y sonreía debido a que muy posiblemente no entendiese nada ya que sólo hablaba dialecto corso, le movía el deseo de jugar con alguien.

-Me recuerda a mi hermana Gertrudis, la pequeña, tengo tres: la mayor que es Genoveva y me lleva 3 años, yo soy el segundo, luego Beatriz y la pequeña Magdalena que debe tener la misma edad que la italianita. Por cierto, que preguntando a los otros viajeros he descubierto que no son italianos como creía sino corsos, es decir franceses que mantienen los dos idiomas de ascendencia dialectal italiana, el mismo Bonaparte era también de origen corso. Francia compró la isla a la República de Génova en 1791, acabando así el dominio del Reino de Aragón, de Francia y de Inglaterra.

-Vamos a ver que nos faltan sólo un par de días para desembarcar ¿tú cuándo me vas a decir por qué te llaman Palito?

-Te lo diré: En la bodega que tenemos en la calle Arcos se guardan los enganches, que yo recuerde está la Manola y el Landó, así que cuando íbamos a la feria nos acercábamos andando hasta allí. En una ocasión, las niñas se metieron en un cachón y vieron las marcas en las botas, un palito, dos palitos, cuatro palitos y una rayita, un palito con otro cruzado de forma oblicua, mientras mi padre permanecía en el despacho ellas recitaban: un palito, un palito, dos palitos, un circulito, otro palito, otro palito… ya en el coche para la feria mamá les preguntó qué pasaba con tanto palito y ellas, riéndose dijeron que esos palitos los escribía yo en las botas para no aburrirme mientras papá, sentado en su despacho se retrasaba y tardaba… miraba papeles, salía del despacho y hablaba con uno y otro. Mientras tanto, yo paseaba de arriba a abajo en aquella bodega mirándolo todo. A mi madre le hizo gracia la ocurrencia de las niñas y dijo: -Entonces habéis descubierto el secreto de vuestro hermano. Y ellas contestaron que sí. Nuevas risas. Así que mi madre acercándose a las dos pequeñas les dijo muy bajito, sois muy listas y os revelaré algo que vuestro hermano ha ocultado siempre. 

-¿Qué? Preguntaron mis hermanas. 

–Pues que su verdadero nombre es Palito. El cachondeo en el enganche era mayúsculo, Beatriz y Magdalena repetían como una ametralladora Palito, Palito, Palito, Palito, Palito… de ahí viene mi mote Palito.

-¿Pero tú tendrás un nombre como todos?

-Claro, pero no te lo digo, llámame Palito como todos que me gusta más. Lo que no saben mis hermanas es que esas rayas en las caras de las botas, son la contabilidad que llevan los arrumbadores en las bodegas cuando extraen o añaden las arrobas de vino, lo hacen así porque es muy posible que otro compañero necesite también sacar o añadir vino de otras soleras, así que para evitar que la vasija rebose o se pueda vaciar, como sabe que una bota tiene 32 arrobas si es de crianza o 36 si de exportación, debe dejar reflejado con tiza la capacidad que se haya extraído para saber cuánto tiene en realidad la vasija o tonel para que lo entiendas mejor, en Jerez no usamos el término tonel por cierto. El mundo de las bodegas del gran triángulo del vino más generoso del mundo es apasionante aunque la gente se limita a beberlo sin otras consideraciones, sin saber que están saboreando un producto vivo, biológico, criado con el mayor mimo, al que se le abren y enrrollan los esterones de las ventanas de la bodega para que permanezco fresco en las tardes de verano, regándose el piso de albero para que se produzca una evaporación por el calor exterior que produzca un microclima en la en los cascos de bodega, del mismo modo que tampoco conviene que pase frío en invierno, evitando las corrientes de aire o las zonas excesivamente húmedas, al que se le añade alcohol y por eso es el vino más generoso y con mayor graduación de los del mundo, pero todos esos conocimientos adquiridos a través de tantas generaciones mis hermanas no lo saben, piensan que soy yo la persona que se dedica a dibujar palitos en las botas. Las dejo pensar eso porque las hace felices. Pero quizás lo que casi nadie conoce en que se procura que donde reposan estos maravillosos caldos se mantengan en silencio ya que los arrumbadores afirman que también oyen y les molestan las conversaciones en voz alta de los humanos. ¿Quién nos iba a decir que un humilde ramo de uva palomino, Pedro Ximenez y moscatel iban a recibir trato tan exquisito? El resultado desde luego es asombroso por su color, aroma y sabor inconfundible, tanto que el mismísimo William Shakespeare lo ensalza en la segunda parte de su obra Henry IV en un precioso parlamento de Sir Fallstaff al Rey de Inglaterra, donde éste último sabedor de los escarceos amorosos del jefe de sus ejércitos, para castigarlo le pregunta si estaría dispuesto de trasladarse a Irlanda con sus fuerzas para sofocar a los levantiscos irlandeses, conocedor el rey que a todos los que había ordenado esta misión habían resultados heridos graves, enfermados de las fiebres o muertos en las batallas. Poco podía imaginarse el rey inglés que Sir Fallstaff avanzó hacia él y le dijo que como militar jamás rechazaba una misión por peligrosa que fuese y ésta que su rey le pedía lo era, pero si atendía a una petición embarcaría contento para sofocar a los enemigos de la Corona de Inglaterra. El rey preguntó qué pedía y Fallstaff tras sonreír le pidió ingentes cantidades de Sherry Sacks (por entonces las botellas se envolvían en sacos) importadas del sur de España, para que sus hombres lo bebiesen cuando se encontraran en las temibles marismas irlandesas luchando contra mosquitos y enfermedades, porque el Sherry (los vinos del Marco de Jerez famosos ya desde el mítico rey tarteso Argantonio) tenían la propiedad de levantar el ánimo, recuperar la color en los enfermos, imprimirles valor y cambiar la realidad por muy terrible que ésta fuese. Luego vendría otro poeta, esta vez de El Puerto de Santa María y lo describiría magníficamente de esta bellísima manera:

Entra el niño del mosto de la mano

de su vendimiador, en la bodega

-colegio y templo místico y pagano-

a iniciarse en amor y apenas llega-

ya el silencio y la sombra

le ausculta, le examinan

y al par que se bautiza y se le nombra,

según su natural ya lo destilan:

-Tú serás moscatel, tú amontillado,

tú oloroso al final del camino,

tú pararás en fino,

tú a tu lado, tú a otro lado…

 

Labor de dioses esta de dar nombres

y decretar el sino

de cosa ascendida a calidad de hombres:

¡predestinar el vino!

El silencio y la sombra desposados,

el tiempo por padrino,

engendran un licor casi divino…

 

-Vale, para ti la perra gorda Palito. ¿Tienes una copita de manzanilla?

-¿Pero qué me estás pidiendo? Ya quisiera yo.

-Pues entonces bajo al suelo y mira lo que he descubierto en la guía que estoy leyendo, que ya te la pasaré luego, cosas muy interesantes sobre Argentina: Mira más que un país, se podría definir por su dimensión, como todo un continente inabarcable, brutal, sublime, poco poblado y fastuoso ante el que nos enfrentaremos. Así parece ser la gran Argentina. Una fantasía cumplida para cualquier amante de las aventuras épicas. Pero no olvides que el viaje lo deberemos organizar con mucha atención o nos

volveremos locos con las distancias y la gran cantidad de lugares alucinantes entre los que escoger. Y aquí estoy para que lo hagamos juntos…”

-¿Eso dice Manuel?

-Cuánto más páginas leo más me emociona, todo indica que vamos hacia un lugar extraordinario, digno de los grandes pioneros.

-Pionero. Me gusta ese adjetivo. Y se llevó la mano al cañón de su Special 38 que era lo único que permanecía frío en aquel baño turco en el que estaban confinados mientras se navegaba hasta Brasil. ¡Manuel!

-Dime.

-Podíamos importar vino y venderlo en Argentina, los nuestros son conocidos en todo el mundo y yo conozco ese mercado, no lo compraríamos a mi padre sino a otros criadores y de eso entiendo.

-No está mal pensado eso, lo vamos a estudiar, pero en otro orden de cosas hay algo que no te he dicho Palito es que…

-Te temo Manuel, habla.

            -Es que…

-Suéltalo ya, si al fin y al cabo ya es inevitable y lo que tenga que ser… será.

-Pues que en esta guía también dice que la distancia entre Río de Janeiro y Buenos Aires es de 2.659 km.

-¡Coño qué barbaridad!

Y Manuel aprovechando que su amigo estaba casi en shock le soltó también como un disparo, que esa es la distancia entre Jerez y Varsovia. Se produjo un gran silencio, ninguno se atrevía a opinar sobre lo que se les venía encima, se revolvieron en sus catres hasta que Palito se atrevió a decir:

-Manuel cada vez me está gustando más esta aventura, de nosotros se hablará algún día, eso te lo garantizo, posiblemente nunca sepamos quien, pero seguro que alguien se pondrá sobre una máquina de escribir, como las alemanas que tiene mi padre en su escritorio y narrará nuestra hazaña. Dos jóvenes peritos mercantiles de Sanlúcar y Jerez descubren los picos ignorados e inaccesibles de la cordillera de los Andes; bajan hasta el Canal de Beagle; navegan las Islas Malouinas; arrean reses con los gauchos en la Pampa ymantienen balaseras enfrentándose a bandidos mientras fuman cigarros recién importados de La Habana en los mejores casinos. Nuestros nombres aparecerán en letras de imprenta en los periódicos, se hablará de nosotros porque estamos dispuestos a conquistar el gran país austral. Y con estas ensoñaciones los jóvenes se entregaron en brazos de Morfeo.

Al entrar en la dársena la tripulación se afanaba en recoger el velamen y plegarlo convenientemente, la maniobra de aproximación a los muelles se realizaría únicamente con propulsión a vapor para evitar desagradables cambios de viento y consecuentemente complicaciones en la finalización de las operaciones de arribada.

Aquella mañana de diciembre Lisboa respiraba animación, a lo largo de los cantiles de los distintos muelles los navíos operaban sus maniobras de carga y descargas y el Tajo, ese río que en Lisboa tiene sueños oceánicos permitía que sus pobladores se ocupasen de probar que su puerto era puerta de América junto a Londres, Cádiz y Sevilla. Alguien cantaba un fado cerca, posiblemente en alguna de las bodegas del Gobernatori y debía estar haciéndolo bien porque únicamente el rozar de los cabos de las grúas impedía mínimamente escucharlo:

 

                       Fado do Marinheiro[4]

                       Perdido lá no mar alto

                                   Um pobre navio andava;

                                   Já sem bolacha e sem rumbo

                                   a fome a todos mataba.

Deitaran a todos a sortes

                                   a ver qual d´eles había

                                   ser perlos outros matado

                                   p’ró jantar daquele dia

 caiu a sorte maldita

no melhor moço que havia;

como o triste choraba

rezando à Virgem Maria.

 

Mas de repente o gageiro,

 vendo terra pela prôa,

 grita alegre pela gávea

terras, terras de Lisboa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo II 

 

RÍO DE JANEIRO

 

No se equivocaba Manuel en sus vaticinios cuando la marinería del buque se preparaba para la largada de cabos para amarrarse a uno de los muelles de pasaje de puerto de Río de Janeiro, lugar donde un enjambre de gente esperaba atenta en el mismo llegada del correo procedente de Lisboamientras Palito y Manuel seguían con total interés la maniobra turnándose desde el ojo de buey del sollado de tercera donde habían permanecido durante la travesía ya que no les estaba permitido permanecer en cubierta a la hora del desembarco,  una operación absolutamente jerarquizada, los pasajeros del pasaje de tercera clase lo hacían con la descarga de mercancías, mientras tanto, el pasaje de primera permanecían asomados a la barandilla contemplando displicentemente el gentío entre grúas y fardos, además de tres vagones de carbón en espera de ser izados por los cabrestantes para reponer el consumido por la travesía, así que Manuel apretó el brazo izquierdo de su amigo y le dijo: -No me equivoqué, contempla vigila tu cartera y atento al revólver.

-Cuánto me habría gustado permanecer en cubierta en este momento Manuel para participar de esta algarabía que en cierto modo he vivido al leerla en novelas, pero así son las cosas, debemos contentarnos con hacerlo de este ojo de buey, tal y como el ojo del dios egipcio Horus, hijo de Osiris que tuvo que mantener una encarnizada batalla con su hermano Seth, perdiendo el ojo izquierdo, y que desde entonces tienes características mágicas, sanadoras y purificadoras, significando el orden perfecto.

-Vaya cosas que lees tú Palito, nunca hubiera pensado que mirar a través de un ojo de buey de los muchos que tiene este navío pudiera salir una evocación tan culta, se nota que eres aristócrata y has viajado mucho, yo tengo que confesarte que lo más lejos que había viajado hasta hoy era a Madrid acompañando a mi padre para vigilar su negocio de asentamiento de pescado en un mercado cercano a Legazpi.

Sobre el muelle se agolpaban gentes de toda procedencia y sorprendían localizar a tantos muchachos negros y algunos asiáticos que predominaban entre los estibadores, cargadores y cocheros. Por su parte y convenientemente a la sombra de los tinglados de los almacenes portuarios se alineaban los coches de punto algo alejados del cantil, con sus cocheros ocupados en limpiarlos con cera y trapos, intentando que sus carruajes presentaran una magnífica impresión, abrillantando los faroles de latón para que resultasen más vistosos y elegantes, con guarniciones perfectamente engrasadas y resplandecientes, mientras tanto, no se olvidaban para que abrevasen sus caballerías en las cubetas que les colgaban de sus cabezas, fabricadas de piel flexible para que no ocupasen prácticamente espacio en los coches, y lo hacían a sabiendas que algunas de las carreras resultaran podrían resultar largas y fatigosas para las caballerías. El bullicio durante aquellos momentos estaba asegurado debido a que otro navío de pasaje también se encontraba operando su descarga desde hacía un par de horas antes. Casi nadie prestaba atención ni se parecían preocupados por los regueros de las largas meadas y el olor de las heces de las bestias mientras permanecían paradas y uncidas a sus coches muy cerca de ellosla mayoría de los ojos parecían estar imantados a la operación de conectar la escala real contra el piso del muelle, así, en cierto modo, como había dicho Palito de antes, el Ojo de Horus era en ese momento la escala de un correo de pasaje procedente de Lisboa. Los brazos se levantaban y las voces iban y venían cuando quienes esperaban parecían identificar a bordo a las personas que habían venido a recibir y tratando de identificar cada cara de las que iban acercándose al portalón de la pasarela. La asombrosa impresión provocada por aquella aglomeración de personas, unida a la fuerte bofetada de calor y los hediondos olores que provocaba las meadas recalentadas por el sol en el muelle. 

A bordo del Gobernatori se seguía un estricto orden de desembarque, una vez que se arrió la escala real y se aseguraba ésta, el Segundo Oficial seguido del Contramaestre y un par de veteranos marineros, todos de uniforme de gala, bajaron a tierra armados, el oficial con una Lüger P08 alemana y sus hombres con carabinas Vetterli 1869, para saludar y presentar respeto a los funcionarios de aduanas y autoridades portuarias cariocas, para inmediatamente después presentar el conocimiento de embarque y manifiesto de carga, así como informar fehacientemente que no se tenía evidencia alguna de enfermedades contagiosas a bordo durante la travesía, tras ello el Segundo Oficial firmaba el documento que le presentaban los portuarios, como paso previo antes de subir a bordo accediendo a la preceptiva inspección de rigor tras el itinerario marítimo de la nave considerada como correo regular entre la metrópoli portuguesa y brasileña, por su parte, el Contramaestre tras preguntar y ser informado de los repuntes de marea en la dársena del puerto y calcular los pandeos de los cabos, fue recorriendo los norays uno por uno, de popa a proa asegurándose que los cabos de los sprints estaban dispuestas conforme a lo establecido en las normas de navegación internacional y las de la propia Capitanía, con su megáfono desde el muelle ordenaba a la tripulación a bordo, para que largara o arriara los cordajes asegurando amarras a los norays. Realizado todo este protocolo, volvía junto a sus marineros para ocupar y establecer punto de guardia junto a la escala ordenando a éstos iniciar la guardia en tierra calando bayonetas y retirando los peines de cartucho de sus fusiles, mientras, por su parte, el Segundo volvía a embarcar para su informe al comandante que esperaba atento desde el puente con otro megáfono. Tras ello, dos funcionarios brasileños subieron a bordo y entablaron una conversación muy grave con el Capitán  y el tercer oficial, informándoles que la República de Brasil se tomaba muy en serio las posibles enfermedades que podían proceder de ultramar, desde el Gobernatori explicaron nuevamente que en momento alguno se había detectado enfermedad grave a bordo durante la travesía procedente de Lisboa, el tercer oficial que a su vez era practicante titulado, mostró que en la documentación que se había entregado para la Capitanía del puerto, se reportaba que había atendido distintas dolencias, algún accidente y asistido al nacimiento de una niña, nueva pasajera que el comandante de la nave había incluido en el Conocimiento de embarque y anotado en el Cuaderno de Bitácora, madre e hija se encontraban en buen estado, lo único destacable es que al haberse producido el alumbramiento en aguas territoriales brasileñas, la madre había elegido para su hija la nacionalidad de Brasil. El oficial de la Capitanía entendió que era un derecho de la pasajera elegir nueva nacionalidad y por ello, madre e hija la asumirían en cuanto el Registro Civil de Río tuviese constancia del documento expedido por el Capitán. También se produjo, eso sí, en cierta intimidad, un intercambio de varias cajas de Oporto y cierta cantidad de dinero que los funcionarios aceptaron también sin mediar palabra alguna, siendo ese botín lo primero que desembarcaría del navío, ejecutándose la descarga en cuanto el aduanero hizo una señal con el su brazo desde la barandilla, entendida rápidamente por un par de muchachos que permanecían atentos junto al noray de proa para recoger aquello que le indicaran, tras comprender la señal del Aduanero moviendo en brazo izquierdo en dos ocasiones de arriba hasta abajo, los muchachos se dispusieron rápidamente para acercarse a la escala y subir a bordo, lo que no cogió de sorpresa a los marineros de guardia que ya esperaban que ello ocurriese por ser habitual en puertos americanos, obsequios que era considerados cortesía para las Capitanías de Puerto y Aduanas, pero que nunca llegarían a éstas, tras indicar éstos también la misma señal a la guardia. Mientras todo este protocolo se producía, el pasaje avivaba su nerviosismo, los hombres fumaban en cubierta vestidos con sus mejores galas y las mujeres y niños de primera procuraban que al llegar a tierra se supiera bien claramente que habían llegado a Río gente de bien, tanto los de segunda como tercera clase debían desembarcan por riguroso turno, sin que ello no supusiera el mismo entusiasmo en ellos.

-Parece que nos espera un buen rato. Comentó Palito, Manuel le contestó únicamente con un silencio, quitándose la gorra y buscando en uno de los baúles del que sacó un sombrero flexible de algodón Traveller beige, el mismo que lo acompañaría buena parte de su estancia en América. Palito se sorprendió al verlo, pero no habló nada porque conocía a su amigo y efectivamente, también había otro para él, el idéntico que se puso inmediatamente. La calle Larga de Jerez y la plaza del Arenal de albero, los veladores en las amplias aceras de los cafés y el sonido de las campanas de la Iglesia barroca de San Miguel, considerada el mejor barroco andaluz. Todo eso había quedado atrás y procuraba borrarlo de su cabeza, le producía demasiado dolor recordarlo para nada, al fin y al cabo ella ya no estaba y por lo tanto su presencia se hacía inútil e innecesaria, ahora debía estar fuerte y a bordo, transmitir la seguridad de que carecía porque los esfuerzos de su amigo lo estaban afianzando, siempre aparecía con una broma, un chiste o una ocurrencia para verlo contento y eso era algo que debía agradecer correspondiéndole y participando del momento, de su momento.

-Antes que me preguntes, te diré que los compré en Jerez y la muchacha que me atendió te conoce, así que le dije que era un regalo y escogió este modelo, asegurándome que te quedaría perfectamente, me contó que te había visto casi todos los días paseando por la calle y ella no se equivocaba con una medida para un buen sombrero. Menos mal que no has llegado a conocerla porque era una chavala guapísima y por la forma de atenderme le gustas mucho y eso nos habría impedido que hoy estuvieras aquí conmigo. Volvieron a reír. La aventura daba comienzo.

-¿De dónde sacas todas estas extravagancias Manuel?

-Pues de las novelas, para eso están, todo lo que he aprendido proviene de los libros, hasta ahora me he tenido que aprender los de la contabilidad, pérdidas y ganancias, mayor, letras de cambio, pagarés, cheques al portador, nominativos, barrados, en fin qué voy a explicarte si tú también has tenido que hacerlo, afortunadamente, ahora serán las guías de viajes y las novelas de aventuras las que guiarán nuestras vida. La historia que la cuente otro sobre una máquina de escribir como las que tiene tu padre y el mío en el escritorio, nosotros debemos marcar los guiones y ellos seguirnos Palito, métetelo en la cabeza, somos nosotros quienes imprimimos el ritmo de la acción y dibujamos los mapas de nuestras vidas, América nos sonreirá y si no lo hace nuestras amigas Smith&Wesson vendrán en nuestra ayuda.

-Ya lo tenemos casi todo, la ropa, el sombrero y el revólver, sólo nos falta el látigo.

-Aquí no usaremos látigos Palito, sino lazos embreados y bolas gauchas para atrapar a las reses. Y tras ello Manuel giró sobre sí mismo como un experto bailarín y comenzó a disparar a su amigo con sus dedos engatillados pam pam pam.

Cuando bajaban la pasarela dirigiéndose al gentío llevando cada uno una maleta y ambos el baúl, vestidos con sus mejores trajes y sus flamantes sobreros flexibles, una vez en tierra, cumplieron la rutina aduanera de entregar los pasaportes a pie de escala, con dos mil escudos portugueses en cada uno de ellos para agilizar los trámites aduaneros y cualquier otro impoderable que pudiese surgir, dinero que los funcionarios simularon no ver al comparar con el manifiesto que les había entregado el Segundo Oficial previamente, las autoridades aduaneras permitieron el desembarque a los dos señores españoles y devolvieron su documentaciones guardándose el dinero conveniente y discretamente, saludando a los viajeros provocando una amplia sonrisa cómplice dibujaba en la cara de aquellos dos muchachos, de todos modos sí quedaron sorprendidos que dos jóvenes al parecer de posibles hubiesen viajado con el pasaje de tercera del que drásticamente destacaban, no sólo por su aspecto y ropaje, también por su apostura y educación ya que Palito les había hablado en portugués con bastante corrección, y además traían maletas y baúl de la mejor calidad.

Alcanzaban el reto de haber conseguido hacer realidad sus sueños, sus zapatos bien lustrados ya pisaban tierra americana y el futuro estaba por escribir. Un coche con dos mulos tordos se acercó a ellos y el cochero negro bajó ágilmente del asiento para colocar cuidadosamente el equipaje y asegurarlo. Una vez subido al asiento de nuevo, se giró como el mejor de los contorsionistas para preguntar. –¿Adónde llevo a sus excelencias

-A un hotel acorde a personas de nuestra condición, por supuesto. 

–Replicó Palito. –Hablo un poco de português debido a que de niño pasaba temporadas de vacaciones con mi abuela en una finca de Beja en Portugal, no es que aprendiese mucho, pero creo será suficiente para arreglarnos con la comida, preguntar las direcciones, precios y otros asuntos de interés.

-Mira el señorito de Jerez lo despabilado que nos ha salido, si te vieran ahora por la Plaza Esteve con esta pinta lo mismo te hacían un cerco que te aplaudían Palito. Dicho esto quedaron en silencio, los mulos llevaban el enganche con alegría, mientras el cochero habilmente los conducía a la voz por calles muy anchas de buenos edifícios de piedra, donde destacaban las magníficas portadas de buenos bancos y empresas navieras. Río era ciertamente una gran ciudad que albergaba a casi un millón de habitantes, capital de Brasil y lugar de encuentro y culturas procedente de todo el planeta.

Río no les defraudó a ninguno de ellos, el paso largo de los dos mulos los llevaba por calles empedradas que la buena suspensión del coche absorbía magnificamente evitando incomodidades a los pasajeros, atravesaban calles y avenidas plenas de actividad y gente muy variopinta. Capital de Brasil y una población cercana al millón de personas, era el centro del país más grande y rico de América del Sur, mientras España habia colonizado prácticamente todo el continente, Portugal se centró en el río Amazonas y su área de influencia, limitando al norte con Guyana, Surinam, la Guayana y Venezuela; al noroeste con Colombia, al oeste con Perú y Bolivia, al suroeste con Paraguay y Argentina, al sur con Uruguay y al este con el Océano Atlántico y no olvidemos el río Amazonas que atraviesa Perú, Colombia y Brasil, el río más largo y caudaloso del mundo contiene más agua que el Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos, suponiendo cerca de una quinta parte del agua dulce en estado líquido del planeta.​

-Es un país de excesos. –Dijo Palito. Asomado al balcón de la habitación del hotel y liándose un cigarrillo de tabaco brasileño que le había subido el botones desde recepción, recién salido de la bañera de agua tibia y jabonosa, esperando que les lavaran toda la ropa usada durante el viaje, aprovechando el mínimo fresco que llegaba a la fachada y entraba por el balcón, el mismo que se asoma a la plaza Largo do Boticario. Manuel se estaba afeitando ya y se disponían para dar un paseo y recorrer la ciudad mientras arreglaban el medio de transporte para continuar viaje a Buenos Aires.

-No parece mala ciudad para nuestra aventura ¿no estás de acuerdo Manuel?

-¿Te gusta?

-Mucho.

-Entonces volveremos, por eso no te preocupes, somos dueños de nuestro destino, pero no olvides que trazamos ruta hacia Argentina y allí nos dirigiremos sin flaquear.

-¡Por supuesto! Lo decía debido a que me apetece mucho subir por el río Amazonas hasta Perú y hacernos más de 6.000 km en la jungla más frondosa de la tierra.

-No olvidemos que al sur donde vamos, está el río Paraná que no es moco de pavo tampoco, con una anchura de 4,5 km y una longitud de 4.880 km y como las cifras nos dicen poco, digamos que es la distancia entre Río y Lima.

-¿Cómo?

-Lo que oyes. Tú lo decías esta mañana en el landó mientras veníamos para el hotel, estamos en un continente de excesos. ¿Te has fijado en las mulatas? Por el balcón entraba fresco a la penumbra de la habitación aliviando el calor sofocante que habían sufrido desde que llegaron. Palito no contestó, permaneció leyendo la guía sobre la ciudad yendo de atrás para delante, enfrascado en la lectura y cada vez más y más interesado en la ciudad a la que habían llegado, por eso se sobresaltó cuando Manuel le dijo que el cochero estaba esperando para llevarlos a conocer la ciudad, pero no una ciudad cualquiera, ya que había llegado a ser capital de Brasil y capital también del Reino de Portugal y de su imperio, trasladándose allí la corte, fruto de este período está la grandeza urbanística y cultural de la misma, con un pasado digno de recordar por lo que no podían dejar de interesarse y conocer la mayoría de los monumentos más significativos de Río, aunque los conventos más antiguos eran del siglo XVI, estaba documentado que los primeros comenzaron a edificarse durante el inicio del siglo XIX, conformándose la ciudad que ahora pisaban, coincidiendo con la llegada de la corona portuguesa, sin olvidar por supuesto la herencia de sus monumentos religiosos como el Convento de Santo Antonio, el Monasterio de Sào Bento o la iglesia Outeiro da Gloria que se remontan al tiempo de la llegada de los primeros portugueses y con ellos de las primeras órdenes religiosas y aunque de fechas ulteriores, la iglesia de mayor importancia fue durante años la iglesia Nossa Senhora do Carmo sede de la capilla real y catedral de la ciudad, así el Palacio Imperial que alojó tanto al gobierno colonial como al imperial.

-¿Y a qué se debe ese interés tan repentino por el aspecto cultural de la ciudad, tenía entendido que nuestro paso por aquí únicamente se debía a un tropiezo en nuestro itinerario hacia Argentina?

Manuel lo miró, se buscó en el bolsillo interior de la chaqueta hueso de lino y hurgó hasta que encontró la petaca de Ubrique con el tabaco para liarse un cigarrillo. Sonrío y entonces, sólo entonces respondió: -Qué tabaco Palito, no sabes el tabaco tan bueno que venden aquí, haré provisión.

-Ahora eres tú el que no contesta.

-Una cosa es una cosa y otra, otra.

-¿Eso también lo dicen en Sanlúcar para salirse por la tangente y no responder?

-Mírame. Mírame bien ¿estás viendo a un tonto en esta gran habitación de hotel que sólo se preocupa por liarse un cigarrillo y obviar los sonidos que nos llegan por ese gran balcón? Responde ¿estás viendo a un tonto?

-Si fueras un tonto no estaría acompañándote, lo sabes perfectamente.

-Pues entonces no dejaremos Río de Janeiro sin haber conocido y visitado sus monumentos principales, paladeado sus comidas, disfrutado de la oportunidad de patear sus calles y avenidas, entrado en sus casinos, la Ópera, algún teatro y lo haremos porque es bastante posible que no volvamos más por aquí y nunca nos lo perdonaríamos. Eso no significa que hayamos olvidado el fin que nos ha traído, que se reduce a dos ideas principales: ganar mucho dinero y disfrutar de la vida al precio que sea, desde el momento que pisamos el muelle en el puerto, que está algo lejos de la capital somos indianos, por donde pisamos no quedan huellas, salgan bien o mal nuestros asuntos los habremos vivido y hemos voluntariamente rechazado dar explicaciones a nadie, posiblemente nuestra aventura fracase, es muy posible, pero habrá merecido la pena haber olvidado nuestro pasado que en mi caso se está desvaneciendo, cubriéndose de niebla como desaparecían los grandes buques que se fondeaban en el río Guadalquivir esperando la lancha del práctico que los pilotara hasta Sevilla y que tantas veces he contemplado. Sí, ahora mismo soy un buque más del que desconozco su nombre, procedencia, nacionalidad y destino. Únicamente tengo un compromiso en la vida y juro aquí, fumando este magnífico cigarrillo, que haré lo que sea, he dicho lo que sea, para que mientras estemos juntos lo pasemos bien y vea tu sonrisa, si nos va bien estupendo y si no es así lo habremos intentado. ¿He hablado lo bastante claro amigo?

A Palito se le cayó la guía de las manos y se levantó muy lentamente asintiendo con la cabeza, su amigo lo comprendía, se preocupaba por él, tomaba decisiones imponer su voluntad sino con la pretensión última de acabar con su melancolía, ayudar para hacerle la vida más llevadera y procurar que olvidase esa pena tan honda que llevaba clavada entre las costillas que tenía nombre de mujer. Una vez de pie se acercó al armario se colocó su revólver sobaquero, la chaqueta y el sombrero flexible.

-Vámonos Manuel, Río nos espera.

Sus pasos resonando al unísono como si estuvieran bailando se oyeron por el pasillo y al bajar los dos preciosos tramos de la escalera imperial del hotel, se separaron para saludarse cortésmente porque dos nuevos indianos irrumpían en la vida de la metrópolis carioca.

Lo primero que visitaron fue asomarse al balcón de la Casa de los Gobernadores, desde este palacio el 9 de enero de 1822 don Pedro I hijo del Rey Joao VI anunció que no regresaría a Portugal y se proclamó primer Emperador de Brasil y proclamando su independencia de Portugal, también ocupó brevemente el trono portugués con el nombre de Pedro IV, el Rey Soldado. Y fueron siguiendo los monumentos enumerados en la guía disfrutando de un ambiente cosmopolita y festivo. El cochero resultó ser un buen guía que los llevaba de acá para allá consiguió cansar a los muchachos, quienes le indicaron les llevase de vuelta al hotel y volviese por ellos mañana para visitar la calle del Comercio en la parte antigua la zona más comercial de la ciudad, ubicada entre la Plaza XV y al famoso Arco de Telles, en la parte más antigua del centro antiguo. El joven cochero mulato notó que aquellos muchachos no les parecía mal el color de su piel, lo trataban con gran corrección y atendían a sus explicaciones que si bien no eran muy doctas, sí estaban cargadas de conocimientos populares y destreza en los recorridos para que siempre fuesen conociendo nuevas calles y plazas. Esa dedicación supuso un buen sueldo que Palito le entregó con una de sus grandes sonrisas.

    -Amanhã estaremos esperando por você aqui às 11 horas na hora de conhecer e vivenciar a grande Calle del Comercio.[5]
Para seguir diciendo que no se perderia sus de bares, restaurantes, tiendas de todo tipo, el bullicio de sus calles tanto por turistas como los habitantes de la ciudad, crean un lugar vibrante y alegre, ideal para disfrutar del ambiente nocturno de Río de Janeiro. A la mañana siguiente antes de la 7 de la mañana ya estaban listos para bajar a desayunar, no se lo pensaron dos veces. El restaurante estaba impecable con sus manteles inmaculados y la cristalería, vajilla y cubertería inmejorables, sólo había un par de meses ocupadas a esa hora tan temprano para los viajeros de hotel, en una de ella una señora mayor con posiblemente su nieta y en otra un hombre de unos 40 años solo que les saludó al llegar. En cuanto se sentaron los camareros colocaron frente a ellos dos platos con frijoles, arroz y el Pão de Queijo (de intenso y delicioso sabor) y Pamonha, una masa hecha a base de maíz, envuelta y cocinada en la propia hoja del fruto, típica del estado brasileño de Goiáis que aquí se sirve dulce o salada. Cuando estaban dando cuenta de este festín, se acercó a ellos el caballero que permanecía solo en su mesa y se presentó como Helmud Müller, diplomático con destino de Segundo Secretario de la Embajada en Imperio o. Se saludaron y los jóvenes, tras mirarse, lo invitaron a sentarse con ellos. -Pues miren que soy funcionario diplomático alemán aquí en Río, pero he sido ascendido para el empleo de superior categoría en la Embajada de Montevideo, ahora de vacaciones ya que esperaba a mi esposa que viene en un correo desde Hamburgo, los he oído hablar en español, aunque sorprenda suele ser poco común y he supuesto que vienen en viaje de negocios ¿estoy en lo cierto? 

-Así es. –Respondió Palito mostrando su mejor sonrisa y pisando el pie derecho de Manuel. -Pues me he tomado el atrevimiento de interrumpirles su desayuno por si traen prensa de Europa, sea de España o Portugal me da lo mismo, en esta parte del mundo las noticias llegan a cuentagotas y supuestamente debo estar enterado de lo que pasa.

-Pues arriba en el cuarto guardamos todavía un ejemplar del Diário de Notícias que compré en Lisboa junta a un par de guías de Brasil y Argentina, si tanto le interesa subo en un salto y se lo traigo.  Y seguidamente se levantó y se dirigió a la habitación, el conocimiento o la amistad de un diplomático les podría ser muy útil incluso en el país vecino al que se dirigían, nunca se sabe. Mientras tanto Manuel le ofreció tabaco y entablaron animada conversación explicando los monumentos que ayer habían visitado, así como hoy se planteaban mezclarse con la algarabía popular para recorrer la calle del Comercio y conocer los entresijos de Río, sus tiendas, cafés y mercados.

-Los acompañaría encantado, me estoy aburriendo muchísimo, he sido Tercer Secretario aquí, hasta que he recibido el ascenso me lo he pasado muy bien, una vez como Segundo me he casado por poderes con mi prometida en Hamburgo, de modo que el Imperio corre con los gastos del transporte y mobiliario y nos facilitan alojamiento conforme al cargo en destino. Ahora estoy esperando que llegue para marchar hacia Sao Paulo y que lo conozca, allí nos quedaremos en el Consulado esperando instrucciones para incorporarme en Montevideo. Palito llegó en ese momento con el periódico y se lo entregó al diplomático al que se iluminó la cara. –Por supuesto lo que esté en mi mano para ayudarles en su viaje si deben emprenderlo no duden en decírmelo, estaré encantado, conozco bien el país y estoy seguro que les complacerá. En el hotel me conocen todos por ser el lugar al que recomendamos vengan nuestros compatriotas, por no hablar de mis conocimientos de portugués que pueden serle muy útiles.

Y el cochero los condujo por las adoquinadas calles hasta el centro donde podía palparse el latido del corazón de la ciudad, las tiendas de los artesanos que fabricaban sus propias ollas, cacerolas y sartenes se confundían con las elegantes que mostraban productos de importación con cerámica portuguesa e inglesa, cuberterías prusianas, muebles europeos y en mitad de ellas las paradas de los vendedores ambulantes que pregonaban piñones, maní y nueces, plátanos de gran tamaño muy verdes, piñas y cocos para consumir inmediatamente y en todo momento un trasiego de personas abigarrado, allí se veía el verdadero Brasil. La mitad de la población era blanca, seguida de negros y mestizos, siguiendo en número, aunque bastante menor los asiáticos. Efectivamente como les había advertido Helmud Müller, el contingente mayoritario eran italianos doblando incluso casi triplicando a los portugueses, seguían españoles, sirios y turcos, mientras que los alemanes habían disminuido en proporción de 3 a 1 y otras procedencias, sorprendía apreciar de vez en cuando algunos indios descalzos con pequeños arcos a la bandolera, caminar con mucha precaución mirándolo todo con ojos de gran sorpresa y masticando algo que llevaban en un bolso de tejido vegetal a la cintura. Pero toda esa muchedumbre se enfrentaba a un frenético vaivén de carros empujados a pie llenos de frutas como cajú, maracuyá, melones, guayabas, acerolas, mangos, limas, guanábanas, cocos, frutos rojos, papayas, fresas y limas entre otros, que los viandantes paraban y adquirían no sin antes negociar los precios y si los vendedores se resistían a hacerlo abandonaban la compra y lo intentaban con otros que los siguieran insistiendo en ello hasta comprarlo. Los clientes llevaban la ventaja precisamente en el clima tan caluroso que hacía la fruta madurar más rápidamente, por lo que quienes vendían preferían bajar precios a verse obligados a arrojar su mercancía que se pudría de los solazos que soportaban todo el día transitando por las calles. Los pescaderos con sus peces sobre los burros cubriendo las albardas con barras de hielo. No faltaban tampoco las vendedoras de tinte para el pelo vestidas con faldas amarillas y un tocado estrafalario en el pelo, ofreciendo sus productos en canastas planas de mimbre o bambú; los limpiabotas, oficio destinado a niños negros o mestizos que pululaban por los casinos y suntuosos cafés; los narradores de historias truculentas que con un palo señalaban los crímenes sobre un lienzo colgado de un palo donde aparecían viñetas coloreadas y la gente se arremolinaba para atenderles; los vendedores de pliegos de cordel, normalmente novelones interminables que la gente coleccionaba y colgaban un cordel desde una ventana a un palo y desde éste a otra, colocando los pliego boca abajo mientras el vendedor o un niño leía capítulos anteriores para engatusar y convencer a los viandantes que debían seguir la novela; vendedoras de madroños y piñones; mujeres afanadas en hacer piñonates sobre inestables y mínimos carros con la leña abajo; pescado seco; rejos de pulpo, albadalejos abiertos; encurtidos como pimientos, ajos, aceitunas, cebollas y riquísimas otras variedades. Todo se vendía, todo se pregonaba tanto transitando por la calle como en paradas estratégica de los lugares con grandes porches a la calle para resguardarse del sol, tampoco la música de los candomblés, son, sambas y marimbas faltaba en aquella increíble y maravillosa calle del Comercio donde los parroquianos contemplaban el espectáculo de la vida en Río. 

-Y aquí estamos Manuel. No podía esperarme tanta actividad comercial, ha sido una sorpresa para mí, estoy gratamente sorprendido, supongo que esta actividad frenética se llevará a cabo únicamente en las ciudades grandes, pero de todos modos el dinero se mueve y si es así podremos sacar rentabilidad de ello.

-Eso mismo pensaba yo y ahora entiendo por qué Prusia invierte tanto dinero en mantener diplomáticos en Río y Sao Paulo, por alguna razón su influencia se ha visto mermada en los últimos años y el Imperio Alemán no puede permitírselo. ¿Recuerdas lo que nos enseñaban en Comercio sobre la pugna económica de Inglaterra y Alemania?

-¿Te refieres al pago contado frente a iniciativas novedosas como el crédito en las exportaciones? Inglaterra apuesta por cobrar las manufacturas y maquinarias obligando al cliente una vez firmado el contrato de importación a ingresar el cincuenta por ciento por adelantado en bancos británicos, cuando los dineros se anotan en las contabilidades de las empresas productoras o comercializadoras, solo en ese momento se comienza la producción de los pedidos, ya sea sábanas, vinos o locomotoras y cuando están listos se exportan, permaneciendo éstos en los recintos portuarios custodiados hasta que se verifican los ingresos del remanente debido. Esta práctica fue cuestionada y tumbada por los economistas de Prusia que entendían que el siglo XX se presentaba como un paradigma de cambios comerciales absoluto, si se pretendía exportar bastaba enviar a detectives, que probasen la solvencia de los importadores, depositando una cantidad sustancialmente menor que respaldase las órdenes de compra y procedían a la fabricación si no se tenía en los almacenes, o se exportaban directamente cobrándose a pago pactado y dilatado en los contratos firmes. ¿Por cierto, se está ensayando ya esa novedosa y revolucionaria manera de exportación?

-De eso quería hablarte. El breve tiempo que subiste a la habitación para traerle a Hëlmud el periódico me habló algo de una nueva forma de comercio internacional y que Embajadas y Consulados de Alemania están propiciando esta nueva vía de comercio mundial. Por cierto, se alegró que seamos peritos mercantiles porque él es Intendente y se unió a la carrera diplomática para ver mundo, no accedió directamente, razón por la que a sus cuarenta y pocos años sólo ahora ha accedido a ser Segundo Secretario. Me cae bien ese hombre.

-Y a mí, cuando volvamos lo vamos a invitar a que nos lleve por ahí, ya podemos desechar recelos respecto a él, es un comerciante como nosotros, la única diferencia es que se dedican a la prospección y búsqueda de clientes para los bienes y servicios que exporta su país y por otro, investiga y se informa de la liquidez de los importadores para evitar quebrantos económicos en las empresas alemanas. Supongo que esa tarea debe ser muy complicada conllevando una gran responsabilidad, imagina que se forma una sociedad que tiene como objetivo trazar una línea de tranvías, y una vez se han realizado los estudios económicos, técnicos, compra de terreno o autorizaciones municipales o estatales y cuando todo está listo, se reúne el Consejo de Administración y deben decidir si adquirir el material a Inglaterra como se ha hecho hasta ahora depositando la mitad, luego esperar a que se fabriquen las unidades, el envío con el riesgo que el transporte marítimo conlleva, etc. Mientras que por el otro lado Alemania ofrece una relación menos leonina, depósito de un diez por ciento, fabricación y posterior entrega en destino, montaje y puesta en marcha, cobrando lo vendido a plazos con un incremento del coste del dinero financiado por los bancos. No me cabe duda que los alemanes le van a pegar un gran bocado al comercio global que, espero equivocarme –el dinero no perdona- ya está provocando una confrontación económica y en el futuro, quizás, una verdadera guerra. Y cuando hablamos de Inglaterra estamos hablando del orbe entero, no olvidemos que Londres controla además el comercio de Irlanda, Nueva Zelanda, Australia, un sinfín de islas y ejerce todavía cierta hegemonía sobre los Estados Unidos de América del Norte en lo que a comercio exterior se refiere. Ya veremos lo que nos depara el futuro, sinceramente se aproximan grandes nubarrones, dudo que Inglaterra consienta perder su liderazgo en las ventas internacionales de productos manufacturados y en la regulación de los precios en origen.

-Ahora que hemos revelado el futuro del comercio internacional deberíamos tomarnos un jugo de ananás.

-Que sean dos. Por cierto, creo haber visto entre tanto movimiento de gente precisamente a nuestro conocido alemán, me parece que está tras esas caballerías situadas junto a la tienda de ultramarinos o el estanco, pero de repente ha desaparecido. Bueno quizás me haya equivocado. –Dijo Palito.

Instantes después Hëlmud dirigía sus pasos hacia ellos destocándose de su sombrero y sonriendo.

-Los he visto hace nada al entrar en la tienda de enfrente y me he decidido a saludarles, al final me pudo las ganas de visitar esta animada calle del Comercio en su compañía.

-Pues ha acertado. –Respondió Manuel. Mi amigo y yo hemos estado hablando sobre el nuevo método de comercio exterior que está poniendo en práctica su país, iniciativa que pensamos cambiará el paradigma actual, la cerrazón unilateral inglesa a imponer sus criterios comerciales, estaba cantado que se encontraría más temprano que tarde con otras opciones que faciliten el intercambio de bienes y servicios de forma más liberal.

-Nos está costando lo nuestro, pero poco a poco estamos convenciendo a nuestros clientes que los productos que ofertamos tienen idéntica calidad, a lo que sumamos ventajosas formas de pago. Esto no es sencillo de llevar a cabo, para ello el Gobierno se compromete con empresas y bancos para que sea así, a los que lógicamente se suma el seguro. No somos frailes ni monjas dedicándonos a la caridad, pero sí permitimos a quienes se comprometen en los pagos a su expansión económica, ganamos nosotros y ganan también ellos, este país brasileño está creciendo mucho con nuestros nuevos métodos.

-Brindemos con zumo de ananás por esos negocios.

-Encantado. Dijo Hélmud que añadió que es común confundir ananás y piña por ser muy parecidos, el ananás proviene de una planta más pequeña y se cría únicamente en América del Sur y se consume en zumos, mientras la piña se ha exportado a casi todo el mundo y se ha conseguido convertir en una fruta tropical muy apreciada. Así que ya sabéis ananás para beber y piña para comer.

-Estamos aprendiendo Manuel, lo que estamos aprendiendo. Cuando los amigos avistaron a Hëlmud entrar en el estanco a Palito no le gustó que un par de tipos se apostasen en la puerta fingiendo mirar el gentío y luego no le prestó más atención, sin embargo, sí advirtió cierto tumulto, como una caída y poco después ya estaba con ellos de bromas. Lo cierto es que el joven jerezano volvió a ver a la pareja algo desplazada del estanco detrás de las columnas del edificio, soportales como los que se construyen en España y Portugal para resguardarse sobre todo del sol aunque también de la lluvia y las inclemencias del tiempo, de modo que simulando apartarse para visitar los aseos, se alejó de sus compañeros y salió a la calle y aprovechando el paso de un carruaje caminó decidido a su lado hasta que éste le permitió pasarse a la acera situada enfrente y pegado a la pared, una vez allí y observar que no pasaba nadie se le acercó por atrás al que parecía llevar la voz cantante y colocarse pegado a él, empujándole contra la columna y empuñándole con su 38. El hombre, un mulato de unos 40 años no sabía qué hacer y su compañero no le prestaba atención, así que le conminó a devolverle lo robado. No le entendía el carterista, pero la presión y la frialdad del cañón le hicieron entender que estaba en un trance muy difícil y que es un extranjero estaba a punto de dispararle.

Dê-me tudo o que roubou do alemao ou atiro em você agora mismo. Dijo Palito.

-Eu nao roubei nada senhor, eu nao roubei nada. El joven le golpeó con saña en las corvas con dos buenas patadas que lo tiraron al suelo doblándose de dolor. Para inmediatamente volverse para el otro y decirle también: -Agora ou será a última coisa que você fará e, disse´lhe para obedecer. El otro asintió y no tenía ojos sólo para el revólver amartillado que le apuntaba a menos de 2 metros.

Tras eso, Palito sin dejar de apuntarles, buscó en los bolsillos del caído en el suelo aguatándose las piernas muy doloridas y encontró una cartera larga marrón de cuero con documentos y bastante dinero en reais y marcos alemanes. Lo tomó y siguió buscando, encontró una navaja y se la metió en su bolsillo, después miró al otro y le indicó sin palabras que se desarmara, lo que hizo con otra navaja que arrojó a sus pies, también se la introdujo en la chaqueta y huyó entre la gente a grandes zancadas, se volvió para el ladrón y le dijo en español: -Haz correr por ahí la voz que han llegado a Río de Janeiro dos españoles jóvenes dispuestos a todo y que no nos tiembla el pulso mataros uno a uno. Si pestañeas te vuelo la cabeza ¿te has enterado, você já ouiviu? Él supo que la cosa iba muy en serio. –No te quiero ver más y si ello ocurre procura cambiar de acera porque te mato en ese mismo momento.

-Sim senhor, sim excelencia.

Palito cedió a la presión que ejercía sobre él y el hombre, sintiéndose aterrado, salió cojeando del pasaje mirándole con pánico mientras el joven español le seguía con la mirada, únicamente la vendedora de zumos, único testigo atenta a todo lo que allí había acontecido murmuró entre dientes que así eran los hombres que a ella le gustaban, valientes pero no encarnizados, si les había identificado, recuperado lo robado, propinado dos fuertes patadas en las piernas que seguro lo habían lesionado para una temporada, no era necesario haberse cebado con él. Seguro que a otros extranjeros se lo pensarían dos veces antes de robarles. 

Cuando Palito volvió después de un buen rato, Manuel y Hëlmud le preguntaron qué le había pasado, por si se encontraba mal. Él tras quitarse su sombrero, respirar profundamente, arrellanarse en el sillón de mimbre de la terraza, mirar de lado a lado buscando a un camarero que lo atendiese y pedir un ron con maracuyá, el mismo que cuando se lo sirvieron se bebió de un trago, permaneció un momento en silencio que mantuvo a la expectativa a sus compañeros y entonces se decidió a hablar.

-Tenías razón Manuel, toda la razón, aparentemente estamos en un paraíso, al fresco de la brisa que nos regala el océano Atlántico, la algarabía de la calle que es como un gran teatro cuyas escenas se están sucediendo continuamente, todo tiene apariencia de refinamiento y buen rollito, pero decenas de ojos nos están mirando tal y como me anticipaste cuando mirábamos Río desde el ojo de buey del barco correo, debo darte la razón porque efectivamente somos, queramos o no, víctimas propiciatoria para demasiada gente que lo ha perdido todo y anda a la que salta. Tras decir esto, buscó en el bolsillo interior derecho de su chaqueta de lino y sacó teatralmente la cartera entrelarga marrón de Hëlmud y se la entregó. Al alemán se le demudó la cara al verla

Siguieron en animada charla para luego disponerse a seguir visitando lugares, aunque esta vez escuchando las explicaciones del alemán que había conseguido desembarazarse del tedio del hotel. Y se fueron juntos a descubrir Río con el alemán que se desvivió por complacerles, feliz de haber encontrado a un par de muchachos inteligentes y cultos, dispuestos a enfrentarse a una de las urbes con más posibilidades de diversión en toda América del Sur, se dispuso a mostrarle los casinos, los restaurantes, la diversión nocturna, los cabarets y también, como no las muy reconocidas prostitutas cariocas famosas en el mundo entero por sus habilidades y belleza. La noche se antojaba para los tres como inolvidable.

-¡Parecen mi documentos diplomáticos!

-Lo son.

-¿Pero cómo están en tu poder Palito? No lo entiendo, qué ha pasado.

-Te han robado al salir del estanco ¿recuerdas que se formó un pequeño tumulto, alguien que resbaló y te empujó? Pues otro tipo, eran dos mulatos de unos 40 años, te robaron. Tuviste suerte porque desde aquí, desde esta misma mesa te estaba mirando y supe atar cabos, cuando llegaste con la chaqueta abierta y un pequeño corte bajo el bolsillo superior me lo imaginé todo y al verlos ocultarse tras las columnas de la parada de venta de zumos callejera, intuí que nos estaban esperando también a nosotros. Me levanté sin deciros nada y lo he recuperado. Por cierto, tengo otra cosa tuya. Buscó en el bolsillo izquierdo de parche y sacó un buen fajo de billetes algo arrugados con una buena suma de marcos alemanes y reais brasileños.

Ninguno de los dos articulaba palabra. El chavalito jerezano se había enfrentado a dos delincuentes habituales de las calles sin armar alboroto alguno, los había identificado, apresados, recuperado todo lo robado y estaba allí contando la aventura como si estuviese charlando de algo que no le había ocurrido a él.

-Asombroso. Dijo el alemán, mientras comprobaba nervioso que no faltaba nada en su cartera, unos documentos fundamentales para poder desarrollar su misión diplomática e identificarse con las autoridades locales y además, contando el dinero del que no faltaba nada aunque estaba algo manoseado y arrugado. Se levantó de su sillón y lo abrazó.

-Gracias chico, me has hecho el favor de mi vida, de habérmela robado hubiese complicado el reencuentro con mi esposa, haber tenido que viajar de nuevo a Sao Paulo para la expedición de nuevas acreditaciones y ahora con el Cónsul en Alemania, que debe ineludiblemente firmarlos, los sellos de agua, la presentación nuevamente a las autoridades y mientras tanto mi esposa recién casada desatendida de acá para allá. Eres único y no tengo adjetivos para agradecerte lo que has hecho.

Manuel también intervino para interesarse cómo se las arregló para localizarlos, neutralizarlos, dominarlos y recuperar todo lo que habían robado. Palito procedió a contarles la estrategia seguida, diciéndoles que si alguien estaba asustado y preocupado era él, pero no podía permitirse que dejaran a Hëlmud tirado de esa manera, había que darles un escarmiento y lo hizo. Su amigo y el diplomático lo aplaudieron y llamaron al camarero inmediatamente.

-Champán francés bien frío y caviar. Ordenó Müller. Champagne francais du mellier para mes amis, sil vous plaît et caviar.

Así fue el bautismo ante la delincuencia en América del muchacho delgaducho que solía pasearse por la calle Larga de su ciudad del sur de España mirando al suelo y tratando de buscarse una mínima gota de polvo en sus muy lustrados zapatos. Manuel estaba orgulloso de su amigo, había demostrado tener un par de cojones, consideración fundamental para las intenciones que ambos se habían formado cuando iniciaron su periplo americano.

-Y ahora nos vamos los tres por ahí a comernos Río hasta que perdamos la noción del tiempo ¿qué os parece el plan?

-Eso está hecho. –Respondió Manuel

-Con vosotros voy al infierno. –Comentó el alemán, ¿dónde voy a encontrar mejor compañía en esta tierra? He sido muy afortunado al conoceros, hoy estoy muy alegre, de la diversión me encargo yo muchachos.

La noche siguió como si nada hubiese pasado, los tres amigos gozaron de la ciudad como si no hubiese un mañana. Al día siguiente ni Palito ni Manuel recordaban cómo habían vuelto al hotel de Largo de Boticario, comprobaron la hora y confirmaron que se acercaba a las 4 de la tarde, habían quedado dormidos vestidos sobre las camas sin siquiera quitarse los zapatos. Estaban derrengados, pero al parecer ni habían vomitado ni se sentían mal. Manuel que era muy precavido se levantó tanteándose y con dolor de cabeza y mal aliento, se buscó en su billetera por si habían sido víctima de alguna sustracción y comprobó que llevaba el mismo dinero con el que salieron con la única excepción del coste de los zumos que consumieron en el momento de encontrarse con Müller. Miró a Palito y le pidió que comprobase su cartera también, nada les faltaba. Las sobaqueras mantenían sus revólveres especiales del 38.

-Es sorprendente Palito, con la juerga que nos tiramos anoche y no hemos pagado ni un solo duro, nuestro alemán lo ha pagado todo, eres un tío cojonudo –refiriéndose a Hëlmud-. En ese momento llamaron a la puerta dos veces. –Veré quién es. Dijo Manuel.

Entró Hëlmud riéndose y tras él un camarero con una mesa con ruedas con un opulento almuerzo para los tres.

Al abrir dijo Manuel -¡Coño Hëlmud eres como los Reyes Magos, no paras de sorprendernos gratamente! Anoche nos lo pasamos como nunca, qué lugares tan maravillosos, la ópera, el restaurante y al final aquel maravilloso cabaret con mujeres tan bellísimas y mucho ron del bueno. Te estamos muy agradecidos. Por no olvidarnos de las tres muchachas que nos presentaste también y sobre todo tan complacientes y dispuestas, que todo hay decirlo.

-¡Espectaculares! Bellezones donde los haya, qué mujeres, qué mulatas tiene Río. Dijo Palito y hasta yo caí en la tentación de la carne con la que tengo encima.

-¡Anda ya, qué tentación ni tentación! Cuando la ocasión se presenta se tira uno de cabeza y luego se lava. Estaba al tanto por Manuel de lo que te pasa y me busqué las mañas, como se dice en español, un clavo saca a otro clavo. Y siguió con una gran carcajada firmando la nota al camarero y entregándole una buena propina.

-Moito obrigado excelencia. Dijo el joven y salió silenciosamente de la habitación no sin antes haberles preparado una mesa, sillas, todo el menaje, vino Chianti italiano bien frío y el almuerzo servido.

-Palito, escúchame nosotros en Sanlúcar tenemos un dicho infalible con eso de la jodienda ¿quieres saberlo?

El alemán se anticipó y dijo que sí, que lo que más le interesaba de los idiomas son los modismos y refranes porque en una frase expresan toda una filosofía. –Habla, habla Manuel, dinos ese dicho vuestro de tu pueblo.

-Se lava y se estrena, no hay que preocuparse más. Para terminar riéndose socarrón porque efectivamente en Sanlúcar se utiliza mucho esa frase.

Una vez los tres sentados a la mesa, Palito interpeló para agradecerle la maravillosa velada que les había preparado su nuevo amigo. –No nos has dejado pagar en ningún sitio, nos sentimos en deuda contigo querido.

Hëlmud levantó su mano izquierda y tras mirar a ambos explicó: -Esto es solo el principio, lo que yo os diga, el favor que me hiciste ayer recuperando mi acreditación diplomática y una buena cantidad de dinero que me robaron los carteristas te lo agradeceré siempre, sin esos documentos no soy nada en Brasil ni en Uruguay. Soy yo quien os está eternamente agradecido, por eso os digo que estamos iniciando lo que me ha costado 3 años encontrar en esta ciudad, y además sois europeos lo que es muy importante para nuestras actividades comerciales, los locales, tanto brasileños, paraguayos, uruguayos, argentinos o chilenos, que es la zona donde habéis elegido operar, tienen un gran respeto por los delegados que se han trasladado desde Europa en misiones diplomáticas o con estrechas relaciones con Embajadas o Consulados, al fin y al cabo estamos en tierra de migrantes, son necesarios para hacer crecer estas tierras, han visto que la miseria los obliga a la aceptación de trabajos como peones, en las peores condiciones, ganando jornales ínfimos que aceptan cualquier cosa porque todo lo que poseían lo vendieron para poder desplazarse a esta parte del mundo, gente en su mayoría procedente del campo o de las zonas más depauperadas de las ciudades, analfabetos, mal vestidos, sin preparación alguna y en los que los inversores no confían y muchos de ellos desprecian. Debéis saber que los ricos hacendados brasileños a los que aquí llaman oriundos, son descendientes de portugueses que se desplazaron desde la península Ibérica como nobles segundones, miembros de la Iglesia, soldados o funcionarios, los mismos que aprovechándose de aquellas circunstancias además de medrar para obtener tierras que cultivar y actividades que supieran elevarse en la escala social, han ejercido una hegemonía de superioridad en demasiados casos cuando no pudo ser por su demostrado despotismo, utilizando el látigo, por el terror y que sus ascendientes se enriquecieron participando en el comercio de esclavos, creando sociedades que los importaban de África para para que sus haciendas pudiese proveerse de mano de obra fuerte y joven que no cobraban, que malvivían. Cuando la esclavitud, que ha sido terrible en Brasil como en la mayoría de los países americanos, muy especialmente alentadas por las Coronas de Inglaterra, España, Portugal, Francia, Holanda y Dinamarca, donde esos esclavos, hombres y mujeres, cuando llegaban a Dominica debían pagar al rey del que el que el navío negrero tuviese bandera un tercio del valor de la venta de esos desgraciados en subasta. Un negro joven y fuerte de unos 17 o 18 años cuando llegaba a los puertos americanos para ser subastado iba a sufrir una explotación en condiciones de infinita miseria tal que normalmente fallecían entre los 28 o 30 años como máximo, las mujeres algo más, debido a que las obligaban a ser fecundadas una y otra vez para conseguir nuevos esclavos, normalmente lo más fuertes, para que sus vástagos adquiriesen valor en los mercados. Pues bien, cuando este negocio criminal toca a su fin hace muy poco y se prohíbe la esclavitud que no la segregación social que todavía no han conseguido, América sigue necesitando mano de obra y por eso los muelles de las capitales americanas desembarcan inmensos contingentes de familias procedentes de Europa, ahora a muy pocos meses de cambiar de siglo del XIX al XX, las hambrunas son terribles en Europa, Inglaterra manda pobres a Australia, Jamaica, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Alaska; Irlanda a los Estados Unidos y a las islas polinesias; Polonia y Alemania a la Argentina, Italia y Uruguay, que no ha conseguido ser un país sino una multiplicidad de Repúblicas, Ducados y Reinos se ha desparramado por el mundo y en 300 años ha exportado casi a 30 millones de súbditos a la Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Perú que recibió también inmigración japonesa, Colombia, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Méjico, Arizona y Tejas, los países centroamericanos y el país que más negros ha recibido, hasta convertirse en un país íntegramente de negros es Haití, seguido de Jamaica como destino del rey de Francia, además de colonizar por el sur los Estados Unidos y por el norte Canadá. Brasil italianos, portugueses, españoles, sirios y turcos y también alemanes. Todo este proceloso mosaico nos abre una gran oportunidad de conseguir vender nuestras manufacturas, especialmente productos siderúrgicos: tranvías; saltos de agua para producir electricidad; metropolitanos; trenes; fábricas de todo tipo; camiones; barcos; automóviles; ingenios para la zafra de la caña de azúcar; maquinaria para los molinos ya sea para la molienda como para la extracción de agua; generadores eléctricos, herramientas, todo ello salido de nuestras industrias ubicadas en Alemania  y sus correspondientes componentes de mantenimiento que los atan a nuestra industria en Alemania, esa es mi misión en la Embajada, el Señor Embajador representa al Emperador en tierras americanas, con funciones de representación social y máxima autoridad en el extranjero con los Gobiernos, el Primer Secretario es su mano derecha y lo representa en aquellos lugares lejanos o complejos donde no puede estar presente; el Segundo –que soy yo-, se encarga de los negocios y conseguir pedidos y clientela para la industria, productos y banca alemana, ya se necesiten unas u otras cosas, nuestro negocio es también conceder préstamos a los Estados… así que, ayer os observé detenidamente y pude comprobar que mantenéis el tipo en todo momento, así que hoy os ofrezco encantado que os convirtáis en delegados comerciales plenipotenciarios de la Embajada del Imperio Alemán de Uruguay, no asustaros tampoco soy un funcionario de carrera, un simple ingeniero, los beneficios serán muy altos, las ventajas fiscales inmensas y el trato de la gente para con vosotros exquisito. Conseguiréis hacer realidad vuestro sueño de viajar a lugares que jamás hubieseis soñado, pero los costes los pagará la Embajada que con vuestras artes consigueremos inundar América del sur de productos alemanes, tener aventuras y estar respaldados por un gran país europeo. He conseguido encontrar a mis nuevos delegados comerciales para vender productos alemanes en América y seréis vosotros.

-¿Qué nos estás diciendo? –Interpeló Manuel.

-Lo que oís. Este continente es muy grande y no puedo multiplicarme para la promoción bienes y servicios a crédito que me encarga mi país, así vosotros que sois conocedores de los negocios mercantiles, habéis estudiado las estrategias de las inversiones y compraventas, además de proceder de familias que se han hecho de capitales adquiriendo y vendiendo, entendéis al menos teóricamente la banca, los intereses, las acciones y obligaciones, la deuda privada y pública y habéis viajado, tenéis estudios y la actitud de los aventureros y además sois buenas personas de las que me fío… ¿qué más puedo pedir para seleccionar a mis delegados comerciales en América? Mi labor como diplomático era encontraros y he tenido la inmensa suerte de dar con vosotros, de modos que llenad vuestras copas de este exquisito Chianti casi helado y brindemos no por el futuro que inapelablemente llegará, sino por el presente, es decir: por nosotros y nuestra nueva y floreciente sociedad que creamos en este momento.

 

 

LA AZOTEA Y DOÑANA

 

Capítulo 3

 

 

Teresa, tan joven, vestida de luto riguroso miraba el estuario del río Guadalquivir mientras tendía las sábanas en la azotea con estupendas vistas a Doñana, soplaba viento de Poniente y ni una sola persona en la inmensa playa de la orilla de Levante con sus pinares frondosos detrás, a pesar de estar fondeados en el río una docena de barcos pesqueros, ella únicamente tenía ojos para fijarse en un carguero de doble chimenea que aminoraba al entrar en la bocana esperado a práctico para subir por el río y los sistemas de exclusas facilitaban la travesía fluvial a través de las marismas hasta el puerto interior de Sevilla que ya se dirigía para pilotarlo. 

Estaba segura que su hermano Manuel se había embarcado en alguno de ellos y hacía para un mes que ya no se sabía nada de él. Se secó las lágrimas, nadie la veía allá arriba, su padre estaría en el despacho y sus hermanos ocupándose con los trabajadores para que el camión hubiese salido cargado hasta Madrid y Sevilla, preparando los envíos a los clientes de Jerez, El Puerto y Cádiz. En aquella casa se levantaban muy temprano porque las ventas en lonja comenzaban a las 4 de la mañana para dar tiempo a los asentadores colocar sus productos –en su caso, pescados y mariscos frescos- recién comprados esa misma madrugada, para Sevilla primero y luego ya el resto de la carga para que llegase a entrada la noche en Madrid. Teresa se sentía culpable de haber hecho caso a su padre y mentirle a su hermano que la prima Conchita junto a sus tíos Alfredo y Regla habían abandonado su finca de Chipiona en menos de un abrir y cerrar de ojos, huyendo despavoridos tras la tragedia que se había desencadenado en la viña de La Ballena. Ahora ya era tarde y en mala hora, no había deslizado a su querido hermano un billete con el destino al que en principio se habían dirigido. No sabía cómo arreglar aquella barbaridad de negar unos hechos que podrían marcar la vida de su prima y de su hermano. Conchi le había confesado a su prima que navegarían hasta Buenos Aires primero, allí se asentarían hasta hacerse idea de los negocios donde invertirían el capital que llevaban y más tarde, una vez conocido la realidad del nuevo país, era posible que se desplazaran a cualquier otra ciudad donde los abogados argentinos les recomendasen iniciar su negocio, ya fuese de ganadería, cultivos y labranza o cualquier otro, pero Conchita le había dejado encargado a Teresa que si Manuel decidiera seguirla sólo tenía que acercarse a la lista de Correos y dejarle una carta allí ya que ella, de vez en cuando, se interesaría por si así fuera, pero tanto sus tíos como su padre negaban que lo hiciese y ella accedió. Por eso lloraba y no tenía consuelo a sus 22 años teniendo de cuidar de su padre y otros dos hermanos, si bien afortunadamente esa magnífica mujer viuda contratada en los trabajaderos de su padre le era de una gran ayuda para una casa tan grande y el ritmo de entradas y salidas, viajes y reuniones que allí se desarrollaban. Se sentía destrozada, rota y lo peor de todo, había engañado a su hermano y a su prima teniendo perfectamente claro mucho que se amaban, aunque no se lo hubiesen dicho nunca el uno a la otra, el amor –Teresa lo sabía bien- no necesita de palabras, basta con las miradas.

Teresa después de tender la canasta de ropa en la azotea se recostó en una esquina y fue mirando las calles sanluqueñas, las azoteas, el hotel de los tartaneros que tanto le gustaba, los chalets que se iban construyendo en la Calzada y ya algo más lejos el Bajo de Guía por el norte y la playa de La jara al suroeste, vestida de negro como una viuda, ella una mujer soltera y guapa y joven sobre la que habían caído dos maldiciones: primero la muerte de su madre tan joven y ahora esta desgracia que había roto a la familia y sumido en la desesperación. Mucho se temía que no acabasen aquí las desgracias.

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo (4)

 

REPÚBLICA ARGENTINA

 

A miles de kilómetros, dejando en medio el océano, otra muchacha en algún lugar de la República Argentina, recogía la ropa seca de su azotea también vestida de luto riguroso y en duelo por la trágica muerte de su hermano de tan solo 21 años, hacía pocos meses, sin comprender cómo en tantos meses Manuel no se había puesto todavía en contacto con ella. Concha Zarazaga, morena de cara larga, ojos negros, delgada, no demasiado inteligente pero fuerte como pocas, vendimiaba a la velocidad de los mejores, cavaba, cargaba las bestias, cuidaba de lo suyo y disparaba con una precisión poco común, le había enseñado su abuelo y su hermano difunto, rara era a perdiz que se le escapaba. Recién cumplido sus 17 años lloraba realizando su faena en la azotea sin entender cómo la vida la había maltratado con tanta crueldad, arrancándola de sus viñas que tanto amaba en su lejana Chipiona, impidiéndole subirse a Carito, su mulo tordo y fuerte y alto como una montaña que le obedecía como un perro y que habían dejado abandonado en España. Su mulo Carito que era su perro y su gato porque la seguía a todos lados y ella no consentía que se le atase en las cuadras con las otras bestias, lo quería verdeando por la finca o acariciándole la espalda con su testuz o lamiéndoles sus lágrimas cuando lloraba o reía, el mismo que a su orden agachaba las manos para que ella lo montase a pelo y al trote la llevaba hasta la playa donde ambos se bañaban. Pocas mujeres tenían un domo ella poseía para las caballerías, fuesen burros, mulos o caballos, hasta las vacas se apartaban cuando ella se dirigía en su dirección, no usaba vara sólo la voz y sólo repetía la orden una vez, pero siempre era suficiente. Su padre, su abuelo y el difunto todos llamados Alfredo lo comentaban sentados por la noche en el sombrajo tomándose unas copas:

-Esta niña tiene más cojones que la mayoría de los tíos, no hay bestia que se le resista, ya sea vaca de vientre, toro semental, mulos, caballos, borricos y hasta la mula burrezna que tan mala leche tiene mueve el rabo y agacha la cabeza cuando la ve aproximarse, es una ganadera como pocas, es la mejor de la comarca.

Todos asintieron. Concha sentada sobre su silla de anea sonreía porque los hombres de la casa reconocían sus habilidades y en el campo eso es muy raro de ser reconocido en la Baja Andalucía de finales del siglo XIX.

-Por no hablar de la puntería de la niña…

-El abuelo la miró y le acarició la cara. –Mi niña, mi niña Conchi. 

Intervino su padre para decir que ahora que estaban todos, el abuelo, los dos hijos y ella quería brindar con el mejor moscatel por ella, que había cumplido 16 años y estaba sana y su piel era suave como los albérchigos,  y que gracias a ellas no habían echado en falta los casi 3 años de mili del niño en los Regulares de Melilla aunque destacado en Al Hoceima, para proteger las minas del Conde de Romanones en Marruecos, donde había sido ascendido a cabo también por sus habilidades con las caballerías y su pulso firme con las armas manteniendo a raya las revueltas y razzias de los rifeños a las propiedades del magnate y político, cuyos intereses provocarían pocos años después una sangrienta guerra y Protectorado que duraría entre 1909 y 1955.

Todos estos recuerdos los evocaba una y otra vez Conchi en aquella azotea de la ciudad más grande que sus ojos habían visto jamás: El Puerto de Santa María de los Buenos Aires. Lo de El Puerto le sonaba porque lo había visitado con su madre y abuelo para ir a médico y le había gustado, era una ciudad con grandes casas-palacios, magníficos balcones, calles amplias, muy frescas y bastante bullicio, su abuelo que tanto la quería pospuso la vuelta quedándose en una pensión muy grande llamada de Las Columnas para que ella asistiera por primera a una representación Teatral, en un teatro precioso del que no recordaba muy bien el nombre, con distintas alturas, parecía toda una bombonera y un sistema de tramoyas que se decía ocupaban el mismo espacio dentro para los artistas y operarios que para el público.

 

 El río Guadalquivir

suspiraba una mañana

por tener que decidir

entre Sanlúcar y Doñana.

 

Te voy a hacer un vestío

con conchitas de la playa

para que no pases frío.

 

Su madre subió a la azotea y la contempló paralizada como a una muerta y no era la primera vez que así la veía. Se preocupó, quizás la decisión que se tomó no fuese la mejor para la niña. No sabía arreglar aquella situación, pero donde mandan los hombres…

 

-Concha, Conchita qué te pasa, ¿te ocurre algo hija?

Concha notó como el coletazo de un mulo en la espalda y abrió los ojos, sin saber qué estaba haciendo allí, en la azotea con la ropa sobre la canasta, a pie parado y el frío recorriéndole todo el cuerpo. No contestó, se giró, agachó los ojos y se dispuso a bajar para seguir con las tareas.

-Conchi pronto nos vamos, los abogados han asesorado a tu padre para que nos dirijamos al noroeste a una ciudad llamada Rosario junto a un gran río, ya han comprado una pensión que nosotros regentaremos. Se ha acabado este tiempo de holganza en Buenos Aires, nada nos retiene aquí, somos gente de campo, labradores y ganaderos, la gran ciudad no es lugar para nosotros.

-¿Nos vamos?

-En un par de semanas, tres como máximo.

Conchita no podía creerse que ya no pudiera una vez a la semana acercarse a Correos a preguntar si había llegado alguna carta para ella que le diera noticias de su primo Manuel. ¿Qué podía haberle ocurrido a su primo, habría enfermado, se habría cansado de ella, se habría cruzado otra mujer en su vida? No podía creérselo, había dejado instrucciones a su prima Teresa para que la buscara, le había dicho que estaba dispuesta a escaparse con él donde fuese: ¿por qué, por qué no escribía Manuel?

 

En las arenas bailan los remolinos[6]
El sol juega en el brillo del pedregal
Y prendido a la magia de los caminos
El arriero va, el arriero va

Es bandera de niebla su poncho al viento
Lo saludan las flautas del pajonal
Y animando la tropa par esos cerros
El arriero va, el arriero va…

 

            Esas preguntas se quedarían sin respuesta por ahora, la familia ya había decidido trasladarse a la ciudad de Rosario en la provincia de Santa Fe, una ciudad algo más grande que Sevilla, atravesada también por un gran río navegable el Paraná, que nace en el Estado del mismo nombre en Brasil, atraviesa todo Paraguay y riega las ciudades de Encarnación, Corrientes, Reconquista, La Paz, Paraná, Rosario, San Nicolás de los Arroyos y San Pedro hasta desembocar en el Río de la Plata a escasos kilómetros de Buenos Aires tras haber recorrido la brutal distancia de 4.880 km, una distancia que excede en 200 km la que existe entre Cádiz y Moscú.

            Regla ordenó a Conchita que preparase la mesa para el almuerzo, el padre acaba de llegar de la calle donde había estado visitando a la Cámara de Agricultores y Ganaderos con objeto del traslado definitivo a la ciudad de Rosario, allí se había entrevistado con abogados y otros agricultores para realizar inversiones en el campo que mejor conocía, así tras varios mates le habían entregado un informe bastante exhaustivo de la zona más próspera en Argentina en relación a lo que estaba Alfredo Zarazaga, casado con Regla Otero y padres de Conchita. El documento decía:  

 

 

DE CÓMO MANUEL ROMERO SE CAMBIA EL NOMBRE

 

Una vez en tierras americanas Manuel y Palito descubren lo conveniente que sería para sus objetivos utilizar nombres alemanes, preferentemente judíos, aconsejados por Hëlmud quien les dijo que éstos constituían a lo largo de América pequeñas comunidades muy estrechas y cohesionadas, como quiera que ningunos de ambos muchachos eran religiosos aunque habían nacido y sus familias eran católicas, al menos formalmente  en el caso de Palito y  agnósticos declarados en la de Manuel, les sugería expedirles pasaportes y salvoconductos prusianos porque ello les facilitaría en no pocas ocasiones el acceso a los círculos financieros que eran los únicos capaces de comprar o en su caso financiar empresas y sociedades que necesitaran de grandes recursos, caso de construir carreteras, dotar de todo tipo de herramientas a una instalación minera, un ingenio para mecanizar una carpintería, tender vías de ferrocarriles, embarcaciones y su modificación a mixtos de vela y vapor, todo tipo de herramientas, etc. Palito y Manuel se quedaron muy serios escuchando a su amigo maquinando lo que aquella estratagema podía beneficiarles. Hëlmud explicó que podía facilitarles los documentos sin que ello en ningún momento les perjudicase puesto que sus nacionalidades estaban perfectamente avaladas por sus pasaportes en regla, pero que evidentemente no es lo mismo llegar a una entrevista comercial ofreciendo equipos y servicios fabricados en Prusia siendo alemanes que españoles y además, pudiendo exhibir acreditaciones de la Embajada de Prusia que los avalaba como los interlocutores válidos para realizar las transacciones comerciales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] La frase original en latín es “Orandum est ut sit mens sāna in corpore sānō” cuyo significado es “oremos por una mente sana en un cuerpo sano”. Se trata de una cita latina que proviene de las Sátiras de Juvenal, nacido en Roma, en el siglo II, época del imperio, la locución está erróneamente atribuida a los griegos.

 

 

[2] ¿Podría usted servirme el guiso con más habichuelas? Por favor. (Traducción del portugués).

 

[3] Somos guapas, somos guapas/ bailamos esta tarantela/ con esta pareja y otra más/ fácilmente esta balada./De prisa y con alegría… (Traducción del corso).

1.     [4] Perdido allá en alta mar / caminaba un pobre barco; / ya sin galleta y sin rumbo / el hambre los mató a todos./ Pusieron a todos en suerte / a ver cuál de ellos era / ser comidos por los demás / para cenar ese día / la maldita suerte cayó / en el mejor joven que hubo; / que allí lloraba tan triste/ rezando a la Virgen María./ Pero de repente el tartamudo, / viendo tierra por la cofa, / gritando alegremente por las jarcias / tierras, tierras de Lisboa.
 

 

 

[5] Mañana te esperamos aquí a las 11 puntualmente para conocer y vivir la gran calle del Comercio.

[6] Atahuapa Yupanqui